La solidaridad con los emigrados venezolanos requiere un trabajo profundo de gerencia

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Foto de Fernando Gago en Unsplash

En los últimos años han surgido decenas de organizaciones de asistencia a los emigrantes venezolanos. Una de ellas es Coalición por Venezuela, una red integrada por 98 organizaciones que trabajan en 24 países. Por su parte, Healing Venezuela focaliza su actividad en el sector salud. Aunque la solidaridad es la clave, el trabajo de estas organizaciones implica establecer reglas claras y crear confianza y transparencia.


Los datos más recientes recopilados por el Observatorio de la Diáspora Venezolana indican que la crisis ha exiliado a más de ocho millones venezolanos en diversas oleadas. Esta es una crisis en pleno desarrollo que ha causado impactos negativos diversos en los países de acogida.

La crisis venezolana se ha convertido en un tema relevante de política internacional que compromete no solo a los países de América Latina, sino también a naciones europeas que se han visto afectadas por un flujo migratorio inesperado. Esta expresión de la emergencia humanitaria que ha padecido Venezuela es solo una dimensión de la crisis, quizás la más visible.

El país enfrenta problemas enormes con servicios fundamentales como salud y educación, así como amplios sectores de la población en clara situación de pobreza. Ante este cuadro han surgido organizaciones de apoyo que han tratado, primero con la solidaridad más básica y luego con estrategias de integración en diversos países, de apoyar a esa migración histórica y, en buena medida, sorprendente, si se considera que Venezuela llegó a considerarse uno de los países más ricos de América Latina.

Ana María Diez preside la red de ONG Coalición por Venezuela, integrada por 98 organizaciones que trabajan en 24 países (todos los del continente americano y cinco naciones europeas).

Nuestro trabajo va a la acción humanitaria en terreno para fortalecer organizaciones de base. Promovemos el respecto de los derechos humanos sin política partidista. Queremos mejorar las políticas migratorias en todos los países donde podemos tener incidencia.

Por su parte, Cinzia de Santis es fundadora y presidenta de Healing Venezuela, otra organización internacional que focaliza su actividad en el sector salud. «En 2012, cuando la crisis de salud en Venezuela se comenzó a agudizar, nos dimos a la tarea de recolectar cualquier cosa que se descartara en centros de salud del Reino Unido, desde equipos de ultrasonido hasta vendas, para mandarlos a Venezuela», recuerda el inicio de la organización y añade que la actividad de una organización cuyo propósito es la ayuda humanitaria «no puede ser una operación individual». Por eso, una de sus prioridades fue construir un equipo sólido, además de crear unas normas de funcionamiento que garantizaran eficiencia, transparencia y rendición de cuentas.

Somos una «piña» con la gobernanza. Hemos tocado las vidas de medio millón de venezolanos, porque nos focalizamos en proyectos de alto impacto. Por ejemplo, damos becas a cien residentes en los hospitales del país. Si cada uno ve cien personas a la semana, en la práctica estamos apoyando a 120.000 personas.

Diez y de Santis participaron en un foro titulado «Desafíos y oportunidades de las organizaciones con propósito», organizado por el IESA como parte de su campaña «Deja tu huella». La moderación del diálogo estuvo a cargo de Arivana Rangel, integrante de la red internacional de exalumnos del Instituto.

 

Venezuela se ha convertido en una «puerta giratoria»

Ana María Diez identifica como una de sus prioridades mantener vivo el interés en la crisis venezolana, que en algún momento fue un problema global. Como la crisis se ha prolongado, el trabajo de conseguir y dirigir ayuda humanitaria se ha hecho más difícil.

Pero según esta egresada de la Maestría en Gerencia Pública del IESA, la red que dirige ha ganado formalidad y ahora busca fórmulas para atender a la población migrante con una estructura organizacional y financiera más sostenible.

Los venezolanos siguen saliendo del país. De hecho, plataforma R4V —producto de una alianza entre la Organización Internacional para las Migraciones y la Agencia de la ONU para los Refugiados— realizó un estudio que concluye que setenta por ciento de las personas que regresan a Venezuela lo hacen porque fallaron los sistemas de integración en otros países.

Sin embargo, ese retorno es «por breve tiempo y salen de nuevo. Venezuela se convierte en una puerta giratoria», precisa Diez.

La migración venezolana constituye un importante capital humano: muchos de quienes han salido tienen educación media o profesional. Como explica Diez:

Es un mundo de personas que pueden prosperar en otro país. Entonces, mi trabajo es mostrar a los gobiernos, funcionarios, embajadores, primeros ministros, y decirles por qué integrar a los migrantes venezolanos a sus países es no solo beneficioso, sino también correcto por un imperativo ético.

Cinzia de Santis coincide en que el extendido desconocimiento de la situación venezolana es un escollo que debe superarse: «Necesitábamos demostrar que éramos una ONG seria y por eso nos vinculamos con personalidades relevantes del Reino Unido».

De Santis, bióloga marina y primera de su profesión en egresar del IESA, con amplia experiencia en la industria petrolera internacional, explica que en un país donde la filantropía está tan desarrollada como en Reino Unido no vale improvisar, sino desarrollar una organización con procesos, controles, responsabilidades claras y métodos de decisión y trabajo eficaces.

Los migrantes venezolanos en Inglaterra tienen un perfil diferente. Trabajan 16 horas para enviar dinero a familiares, y no todos podemos dedicar tiempo a Venezuela. Además, hay desencanto con la clase política venezolana. Es un trabajo más o menos titánico, porque manejamos una crisis a largo plazo. Tenemos que generar fondos, no solo pedir. Queremos generar fondos propios y por eso migramos hacia un modelo más sostenible.

 

Los aprendizajes

Ambas profesionales y activistas sociales practican la solidaridad como una forma de vida y utilizan sus conocimientos y habilidades para dar forma a proyectos concretos que maximicen los impactos sociales. En el proceso han aprendido valiosas lecciones. Como señala Ana María Diez:

En nuestra práctica hemos aprendido muchísimo de los sirios. Tenemos muchas cosas en común y, en este sentido, los principales aprendizajes son establecer reglas claras y procesos transparentes. Venimos de 25 años de falta de transparencia en el país y es algo que debemos superar.

En una red de organizaciones también es clave la democracia en procesos de elección, con rotación de autoridades, y normas claras de rendición de cuentas. Ana María Diez, presidenta de Coalición por Venezuela, puntualiza:

Un tema fundamental es terminar con el paradigma de hermanitas de la caridad. Hemos cambiado el pedir por ofrecer valor. Ya no dependemos solo de donaciones. Por ejemplo, en Argentina tenemos una oferta de servicios de atención médica de bajo costo. Gestionamos espacios de coworking y desarrollamos capacidades para hacer consultorías. Todos estos son factores de sostenibilidad. Parte de este trabajo es tener siempre propuestas concretas y diálogo permanente. Hemos generado cambios, como el plan de normalización de migrantes en la República Dominicana, que se acepten pasaportes vencidos en algunos países, retomar el convenio Andrés Bello para facilitar la validación de títulos venezolanos.

Por su parte, Cinzia de Santis, fundadora y presidenta de Healing Venezuela, destaca como un aprendizaje concreto la creación de un manual de buenas prácticas.

Nos hemos destacado por nuestro trabajo en el terreno. Creo que es uno de los éxitos, porque nos mantenemos transparentes, apolíticos, y tenemos cuidado de dónde viene el dinero; demostramos transparencia. Eso nos hizo exitosos. Ese es el mensaje.

Ambas líderesas de organizaciones sociales comparten un principio: para ser solidarios no basta con el propósito ni la voluntad que se ponga en alcanzarlo, sino que se requiere un trabajo profundo de gerencia; específicamente, la administración de recursos escasos y la capacidad de desarrollar equipos eficaces.

Para de Santis «el reto para una ONG como la nuestra es cómo hacer magia para que esto se convierta en una organización sustentable, para que los médicos logren subsistir y se mantenga la red de patrocinadores. El voluntariado no es fácil de mantener. Hay ciclos de entrada y salida, por lo que tenemos que pasar a un modelo más empresarial».

Ana María Diez reconoce que la crisis migratoria «es una catástrofe para la cual los venezolanos no estábamos preparados. ¿Cuál es la solución? Formar equipos de migrantes venezolanos preparados en los países, para que ayuden a los que llegan, porque son sus hermanos venezolanos, pero también que ayuden al crecimiento de las comunidades donde llegan».


Érika Hidalgo López, periodista.