Las finanzas también deben ser sostenibles

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Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

La sostenibilidad financiera de las empresas no será posible en un contexto que no tome en cuenta los retos ambientales y sociales, cuyo impacto en los mercados es cada vez mayor. Este compromiso llegó para quedarse.


El enfoque de la responsabilidad social cambió por la necesidad de adoptar modelos de gestión sostenibles. Surgen demandas concretas y crecientes para que la economía se ajuste a las necesidades de conservación ambiental, mediante la adopción de un sistema productivo acorde con la lucha contra el cambio climático y la desigualdad social.

Las finanzas no pueden estar fuera de la ecuación. Un nuevo cuerpo de ideas explica cómo ajustar la gestión financiera y los modelos de negocios a retos sociales y ecológicos mayores.

Maximiliano González, profesor de la Universidad de Los Andes de Colombia, expresó que actualmente no se puede maximizar la riqueza del accionista si no hay un modelo de empresa socialmente responsable como telón de fondo. Durante un webinario de la serie #ConectandoExperiencias, organizado por el IESA, titulado «¿Cómo avanzan las finanzas sostenibles en América Latina y el Caribe?», González señaló que uno de los principales retos de las empresas es establecer una nueva gobernanza, cuya clave esté en «tomar decisiones que maximicen el valor del accionista, pero pensando en ese valor como un metaobjetivo donde tenemos que incluir todos los aspectos de sostenibilidad social y ambiental». Y advirtió:

 

Yo espero que para el 2050 tengamos ese nuevo modelo de negocios sustentables en vigor, porque si no ponemos las cosas en orden para esa fecha, nuestra subsistencia como especie se pone en duda. Yo esperaría que para el 2050 ya no sea necesario hablar de enfoques de finanzas sostenibles.

Una cadena integrada

Según Boris Olivas, ejecutivo de Desarrollo Sostenible de la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, que ahora funciona como un banco de inversión, toda la cadena financiera debe integrarse en la prioridad por lo sostenible, lo cual implica cambios no solo contables o de administración de empresas, sino también en los sistemas financieros.

 

Es importante implementar una financiación para desarrollar una cartera más profunda de proyectos que no únicamente sean rentables, sino que generen un impacto social y ambiental, y promuevan acciones concretas en cumplimiento de los objetivos del desarrollo sostenible.

La dimensión del riesgo

La necesidad de un cambio estructural se puede entender a la luz de las proyecciones del impacto económico derivado de no enfrentar los retos sociales y ambientales, que cada vez se hacen más amplios y profundos.

 

A juicio de este ejecutivo de CAF es necesario canalizar las inversiones privadas hacia mercados y modelos empresariales que potencien las sinergias entre los desarrollos económico, social y ambiental: «Considero que tanto la pandemia como la recesión económica están representando una oportunidad para que las finanzas sostenibles contribuyan a un futuro más inclusivo, equitativo, sostenible y más resiliente».

Según la Organización de Naciones Unidas será necesario invertir, a escala global, entre cinco billones y siete billones de dólares los próximos treinta años solo en políticas de sostenibilidad. «Porque si no atacamos el tema del cambio climático, por dar un ejemplo, se estima que entre 15 y 25 por ciento del PIB mundial se va a perder», sostiene Abenamar de la Cruz, ejecutivo principal del área de Proyectos de Gerencia Social de CAF.

Si a eso le sumamos más de 9.000 millones de personas que seremos en 2050, pues estamos por enfrentar verdaderos desafíos que ya están en algunos países, incluso en América Latina, en escasez, migración climática, enfermedades y otros temas. La pandemia de covid-19 ya lo demostró. Que nadie tenga dudas: la pérdida de biodiversidad afecta el ecosistema empresarial.

 

Para de la Cruz, la desigualdad social es otro asunto medular para la gestión empresarial, porque produce inestabilidad en los mercados y cuadros de incertidumbre que hacen muy complejo el desarrollo de los negocios.

No puede seguir habiendo empresas ricas en comunidades pobres y eso implica que el actuar social de inclusión por género, educación y desigualdad económica debe ser prioridad. Las organizaciones tienen que considerar a sus stakeholders [partes interesadas] al momento en que planean inversiones y estrategias.

 

Rentabilidad sostenible

Para Maximiliano González es necesario que en los mercados financieros y entre los gerentes de carteras se multipliquen los productos de inversión en proyectos sostenibles, como los denominados «bonos verdes». Insiste en combatir la idea errónea según la cual estos instrumentos son menos rentables o forman parte de carteras especiales.

Estas inversiones no deben ser vistas como opciones altruistas o de caridad, sobre todo porque los gerentes de portafolios tienen una responsabilidad con sus inversionistas, quienes deben colocar sus recursos en activos de menores riesgos con la mayor rentabilidad posible.

 

Por ello hay que promover de manera incremental los «fondos ASG», que financian empresas y sectores que sean ambientalmente sostenibles, socialmente responsables y con claros principios de buen gobierno.

Poco a poco los inversionistas institucionales se van sumando a la tendencia de estos fondos. Cerca del treinta por ciento de los fondos de inversión se han movido a instrumentos ASG que, en abril de 2021, tenían inversiones por 1,4 billones de dólares. «No sé cuántos ceros tiene eso, es más del doble del 2020», señala González.

Boris Olivas llama la atención, por su parte, con respecto a la gran responsabilidad que compete a los gobiernos, no solo como reguladores, sino también como impulsores de proyectos económicos sostenibles: «Los Estados están entre los mayores generadores de proyectos, por lo que tienen una función primordial en la evaluación de la rentabilidad social, la vulnerabilidad climática y especialmente en la ejecución de estos proyectos».


Érika Hidalgo López, periodista.

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