Los gigantes del mercado financiero

Los fondos indizados son mecanismos de inversión que siguen el rendimiento de un índice. Su popularidad ha crecido de manera espectacular en los mercados financieros, pero también son motivo de debate sobre el poder que concentran.


Un fondo de inversión reúne el dinero de distintas personas y entidades para colocarlo en una cartera de valores. Existen dos grandes categorías de fondos de inversión: 1) los fondos gestionados activamente, que compran y venden instrumentos de inversión de acuerdo con los análisis de sus gestores sobre si esos títulos están infravalorados o sobrevalorados; y 2) los gestionados pasivamente, entre los cuales se destacan los fondos indizados, que invierten en carteras que intentan seguir las trayectorias de determinados índices de referencia.

Hay un gran número de índices de acciones ampliamente conocidos: S&P 500, Dow Jones Industrial Average o Nasdaq-100. Hay otros enfocados en industrias particulares, zonas geográficas específicas y agrupaciones especializadas de diversas índoles.

Las ventajas de la inversión en fondos indizados son diversas. En primer lugar ofrecen diversificación, porque suelen invertir en cientos o incluso miles de empresas que forman un índice, mientras que los fondos gestionados activamente tienden a mantener menos de cincuenta posiciones. Por lo general, los fondos con mayores cantidades de activos en su administración tienen un riesgo de mercado relativo menor que los concentrados en menor número de posiciones en cartera.

En segundo lugar cobran bajas comisiones, en comparación con las que cobran los fondos gestionados activamente (por sus gastos de administración). Además, la gestión activa ha mostrado, en promedio, un rendimiento inferior al de los índices del mercado, lo que hace especialmente atractivos a los fondos pasivos.

Estas condiciones han desencadenado un crecimiento espectacular de los fondos indizados en los últimos años; tanto así que, a mediados de 2019, superaron a los fondos activos en volumen de inversiones. Por ello, se habla de la «era de la gestión pasiva» (Bebchuk y Hirst, 2019).

Crecimiento de los fondos indizados

En la última década los inversionistas institucionales se han convertido en los principales accionistas de las empresas de oferta pública (compañías que cotizan en bolsa). Como resultado de importantes economías de escala, un número relativamente pequeño de firmas muy grandes de gestión de activos domina hoy el sector.

Particularmente, en la industria de la gestión pasiva, el dominio se encuentra distribuido entre tres grandes administradoras, a menudo conocidas como las Big 3. BlackRock, State Street Corporation y Vanguard, han recibido más del ochenta por ciento de los activos que han fluido hacia los fondos de inversión en la última década. Con el crecimiento exponencial que han experimentado los activos gestionados por estas grandes administradoras, hoy votan colectivamente en alrededor del 25 por ciento de las veces en las juntas de las empresas del índice S&P 500 (Bebchuk y Hirst, 2019).

Cuando se combinan las tres grandes constituyen el mayor accionista de al menos cuarenta por ciento de las empresas que cotizan en bolsa en Estados Unidos. Asimismo, constituyen el mayor propietario de cerca del noventa por ciento de las firmas en el S&P 500 (las empresas más importantes), frente al 25 por ciento que poseían en el año 2000 (Posner y otros, 2017).

Problemas actuales y futuros

A diferencia de los fondos activos, que seleccionan acciones en función de su rendimiento, los pasivos están diseñados para seguir automáticamente un índice de referencia. Por esta razón enfrentan problemas de acción colectiva, que dificultan una participación directa en el gobierno de las compañías. Dado que un fondo pasivo trata de igualar el rendimiento de un índice de mercado y no de superarlo, carece de incentivos financieros para garantizar que las empresas de su cartera estén bien administradas, operativamente hablando.

Pero las oportunidades de salida de un fondo pasivo son limitadas. Por ende, los incentivos de un fondo pasivo están estrechamente alineados con los de sus inversionistas a largo plazo. Los administradores de fondos indizados parecen tener un estímulo adicional para comprometerse con las compañías en las que invierten: al no poder vender las acciones de esas empresas que pertenecen a un índice, solo les queda mejorar su administración.

El crecimiento de la inversión pasiva, y lo que implica para la gestión de las compañías, ha recibido en los últimos años creciente atención académica. Algunos autores muestran el impacto positivo que los fondos pasivos pueden tener en el valor de una empresa, aprovechando la influencia que les da el tamaño de sus participaciones (Appel y otros, 2016). Sin embargo, hay quienes sugieren la existencia de un «poder oculto» de las tres grandes gestoras, que se ponen del lado de la gerencia de las empresas en más del noventa por ciento de los casos en los que un accionista presenta una propuesta contraria (Heath y otros, 2019; Lund, 2018). A estos autores les preocupa que el crecimiento de los fondos indizados proporcione a sus gestores demasiada influencia sobre las firmas de oferta pública en las que invierten, mediante el aumento del poder de voto. Esto puede conducir al control efectivo de las empresas por unos pocos individuos.

Otros investigadores se han centrado en un problema diferente, creado por el crecimiento de la inversión institucional: la perspectiva de un comportamiento anticompetitivo de inversionistas institucionales con grandes participaciones en compañías competidoras (Posner y otros, 2017). La investigación muestra que la propiedad institucional común está correlacionada con precios mayores. Esto implica que los inversionistas institucionales pueden presionar a los directivos para que se abstengan de una competencia de precios, debido a sus intereses sustanciales en firmas rivales.

Un terreno fértil para el debate

Las opiniones acerca de la participación de los fondos indizados en el gobierno de las empresas en las cuales invierten son mixtas, y en algunos casos contradictorias. Tampoco se puede demostrar claramente que los cambios en el gobierno corporativo han tenido algún efecto significativo en su desempeño. Según algunos autores, las grandes familias de fondos asignan cada vez más recursos a la gobernanza de las empresas de oferta pública y participan activamente en sus operaciones (Clark y Hebb, 2004; Fisch y otros, 2020; Jahnke, 2019). Mientras que hay quienes destacan los riesgos de la concentración de poder y la desalineación de incentivos (Heath y otros, 2019; Lund, 2018).

Es indudable que los fondos indizados son un vehículo de inversión atractivo para muchas personas, y las razones que sustentan su crecimiento son totalmente válidas. Sin embargo, es inevitable pensar que con el poder y la influencia que han concentrado pueden surgir problemas. Resulta vital que estos se aborden de una manera holística, para que las soluciones beneficien a todas las partes involucradas.


Marcos Antonio Capote, José Miguel Farías, Miguel Ángel Pérez y Carlos Manuel Rojas, miembros del grupo de investigación de egresados de la Maestría en Finanzas del IESA, coordinados por los profesores Carlos Jaramillo y Norma Ortiz.

Referencias

  • Appel, I., Gormley, T. y Keim, D. (2016). Passive investors, not passive owners. Journal of Financial Economics. 121(1), 111-141.
  • Bebchuk, L. y Hirst, S. (2019). Index funds and the future of corporate governance: theory, evidence and policy. Columbia Law Review, 119(8), 2029-2145.
  • Clark, G. L. y Hebb, T. (2004). Pension fund corporate engagement: the fifth stage of capitalism. Relations Industrielles / Industrial Relations. 59(1), 142-171.
  • Fisch, J., Hamdani, A. y Davidoff, S. (2018). The new titans of Wall Street: a theoretical framework for passive investors. University of Pennsylvania Law Review, 168(1), 17-71.
  • Heath, D., Macciocchi, D., Michaely, R. y Ringgenberg, M. C. (2019). Do index funds monitor? European Corporate Governance Institute. 638/2019. https://ecgi.global/sites/default/files/working_papers/documents/heathmacciocchimichaelyringgenbergfinal.pdf
  • Jahnke, P. (2019). Ownership concentration and institutional investors governance through voice and exit. Business and Politics. 21(3), 327-350.
  • Lund, D. (2018). The case against passive shareholder voting. Journal of Corporation Law. 43(3), 493-536.
  • Posner, E., Morton, F. y Weyl, G. (2017). A proposal to limit the anticompetitive power of institutional investors. Antitrust Law Journal. 81(3), 669-728.