Macbeth: el thriller de Shakespeare

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Imagen de Wolfgang van de Rydt en Pixabay

Entre 1589 y 1599 Shakespeare escribió ocho obras sobre reyes ingleses. En 1599 el Consejo Privado de la reina prohibió escribir sobre la historia de Inglaterra. En 1606, durante el reinado de Jacobo I, Shakespeare volvió a los temas históricos y produjo Macbeth: la «tragedia escocesa».


En el Reino de Escocia, fundado en 848 por Kenneth MacAlpin, la sucesión monárquica no se regía por el derecho de sangre. El trono correspondía al más fuerte de la familia real, razón por la cual el nuevo rey a menudo ascendía al trono después de matar al rey anterior. En los siglos IX al XI las normas bárbaras regían por encima de cualquiera regla jurídica. Macbeth descendía de reyes escoceses, mató al mormaer de Moray, se convirtió en tal, se casó con su viuda, no tuvo hijos y reinó varios años.

Shakespeare transformó el triunfo de Macbeth sobre Duncan en un asesinato e hizo de él un tirano sanguinario. Construyó una fábula en la que representa la perversidad y lucha por el poder en tiempos tormentosos. Pero no lo hizo a partir de hechos históricos comprobados, sino de las Crónicas de Inglaterra, Escocia e Irlanda de Raphael Holinshed, publicadas en 1577.

En el capítulo sobre Escocia, Macbeth y Banquo se encuentran en Fores con thrée women in strange and wild apparell, resembling creatures of Elder world [tres mujeres vestidas con ropas extrañas y salvajes, parecidas a criaturas del mundo antiguo]. La primera reconoce a Macbeth como thane (barón) de Gamnis, la segunda le dice que será thane de Cawdor y la tercera que será rey de Escocia. Cuando Banquo comenta que nada dicen sobre él, la primera afirma que Macbeth shall reigne in déed, but with an unluckie end [de hecho reinará, pero con un final desafortunado] y le anuncia a Banquo: Thou in déed shalt not reigne at all, but of thée those shall be borne wich shall gouerve the Scotish kingdome by long order of continuall descent [en verdad que no reinarás en lo absoluto, pero los que nazcan de ti gobernarán el Reino de Escocia por una larga y continua descendencia]. Añade la crónica que de inmediato se desvanecieron.

Poco después el rey Duncan nombró a su hijo Malcolm príncipe de Cumberland y heredero del trono. Macbeth procedió a usurpar el trono por la fuerza: mató al rey Duncan y ascendió al poder. También asesinó a Banquo, después de lo cual nada le fue bien, aunque fue temido por muchos a quienes él temía. Mató a muchos nobles, confiscó sus bienes y construyó un gran castillo en la colina de Dunsinane.

Según la crónica, Macduff huyó a Inglaterra donde suplicó a Malcolm ir a Escocia, tomar el trono y rescatar el país de las manos de Macbeth. Malcolm ordena a sus tropas disfrazarse con ramas de árboles que crean el equívoco del bosque en movimiento. Concluye la crónica con la muerte de Macbeth en manos de Macduff, quien le corta la cabeza y Malcolm es coronado rey.

 

Las brujas

Macbeth fue representada en la corte de Jacobo I con la presencia de Christian IV, su cuñado y rey danés. Vale la pena destacar esta circunstancia por dos elementos de la obra: Shakespeare cambió a los invasores daneses que menciona la historia por noruegos, para evitar un incidente con el rey invitado, y mantuvo a las brujas de la crónica.

Las brujas son un recurso para captar las creencias del espectador, en una obra tenebrosa por la maldad criminal del matrimonio protagonista. Shakespeare aprovecha esas creencias para darle mayor dimensión dramática y teatral a la fábula. Las profecías de las brujas se cumplen en el universo de la obra. Si Macbeth delira cuando las ve, no es por su imaginación, pues el desenlace de la obra es una confirmación de que sí estuvieron ahí y de la veracidad y validez de sus premoniciones y ritos.

Macbeth comienza con la primera situación de las brujas (I, i), quienes se relacionan con los demonios y las fuerzas de la naturaleza y anuncian que se verán en el páramo donde encontrarán a Macbeth. Se despiden con «Lo bello [fair] es feo [foul]; lo feo es bello». Macbeth y Banquo se encuentran con estas «hermanas hechiceras» en «un día tan hermoso y cruel», unas mujeres «que no parecen seres de la tierra». Macbeth las llama «imperfectos oráculos» porque «el llegar a ser rey / está lejos de lo imaginable / como lo está ser Cawdor». Banquo las interroga y ellas completan sus profecías: «Padre de reyes, aunque no seas rey».

El reconocimiento de lo que es y será Macbeth provoca una peripecia y la fábula se torna política: la conquista del poder por medios criminales. Cuando la obra adquiere esa dimensión por el asesinato de Duncan y la coronación de Macbeth, en el trasfondo están unas profecías que poco a poco se cumplen al precio de la sangre. Shakespeare crea una atmósfera pesada y oscura, cuando Macbeth decide tomar el poder y conservarlo al precio de la sangre de quienes sospecha.

Shakespeare no se detiene en la dimensión política del crimen e insiste en las brujas cuando se encuentran con Hécate, y se remonta a tiempos paganos con esta diosa que presidía la magia y los hechizos en el mundo de las sombras. Hécate ordena a las brujas ir al río Aqueronte, que atraviesan las almas para ir al reino de los muertos. Allí deben preparar un aquelarre con vasijas y conjuros, adonde acudirá Macbeth en busca de respuestas.

Shakespeare dice que el mundo de los humanos está regido por deidades. La fuerza de la Naturaleza impone sus normas y valores. Shakespeare hace confluir las creencias con la política. Macbeth dijo que necesitaba hablar con las «tres hechiceras» y el encuentro tiene lugar. Primero ocurre la ceremonia de ellas ante un caldero, en el que mezclan animales repugnantes (puercoespín, sapo, culebra, murciélago, rana, víbora, áspid y lagarto): una mezcla infernal para preparar un brebaje espeso y viscoso. En esta escena afloran las creencias ancestrales más primarias del espectador. Macbeth pide respuestas sobre la destrucción de la Naturaleza, y recibe respuestas que lo desconciertan:

  • Aparición Primera: «¡Macbeth, Macbeth, Macbeth, guárdate de Macduff!».
  • Aparición Segunda: «Nadie nacido de mujer hará daño a Macbeth».
  • Aparición Tercera: «Macbeth no podrá ser vencido hasta el día / en que el gran bosque de Birnam por la alta colina de Dunsinane / no avance contra él».

Macbeth tiene garantizado el disfrute del poder. Shakespeare puso las creencias populares al servicio de sus propósitos y de la estrategia teatral para conseguirlos. Hasta aquí las brujas. Después de la primera escena del cuarto acto, Macbeth es una obra solo de seres humanos, con una intriga política en la que las expectativas se concentran en el propósito de Macbeth de conservar el poder y en la conspiración para derribarlo.

Macbeth actúa obsesionado hasta el punto de convertirse en un criminal consuetudinario. Planifica y ejecuta el asesinato de la esposa e hijos de Macduff, quien huyó. Todo parece enrumbarse hace una apoteosis sangrienta en el poder.

 

El thriller de Shakespeare

Pero se puede representar esta fábula sangrienta sin las brujas y se obtendrá un poderoso thriller sobre la delincuencia al servicio de una ambición de poder; un thriller que nunca producirán Martin Scorsese ni Quentin Tarantino. Sin las brujas, Macbeth es una obra de suspenso sobre las ambiciones políticas de Macbeth y los medios criminales que emplea para obtener el poder y conservarlo; un thriller político, sin duda.

La obra comienza con Macbeth adornado por el triunfo contra los noruegos y es premiado por el rey con el título de señor de Cawdor. Pero en el primer acto quedan claras las relaciones de poder, cuando Duncan nombra príncipe a Malcolm, su hijo, heredero del trono. Duncan procede según la oposición del derecho de sangre a la ambición del más fuerte, como era costumbre, lo que significa un obstáculo para las ambiciones de Macbeth, apoyado en su poder militar.

Las relaciones de poder implican violencia militar y política, con la que Macbeth asesina a sus oponentes. Shakespeare representa esa violencia con la imagen de la sangre desde el comienzo de la acción cuando Duncan, el rey, pregunta «¿Quién es este hombre ensangrentado?», para referirse al soldado que relata lo ocurrido en la batalla. Es el primer indicio sobre la violencia de la fábula. No hay referencias trascendentes; la información se circunscribe a hechos. La violencia de la sangre es el signo principal de la situación. El soldado refiere la traición del señor de Cawdor y cómo lo enfrentó Macbeth en la batalla contra los noruegos.

Shakespeare crea la peripecia fatal cuando Duncan decide ir al castillo de Macbeth, en la mejor tradición feudal. Entonces aparece Lady Macbeth con su propósito criminal, aunque teme por la naturaleza débil de su marido para concretar la conspiración y asesinar al rey. Shakespeare borda, poco a poco, el thriller con situaciones inesperadas y expectativas. A las muestras de poder de Duncan, cuando decide nombrar a su heredero, y las primeras reacciones de Macbeth opone la dimensión privada del conflicto con Lady Macbeth, quien piensa y actúa por sí sola cuando opina sobre su marido. Ella es un personaje perverso con el único propósito de alcanzar el poder en la tradición del más fuerte. Se expresa en términos crueles ante la visita de Duncan:

¡Arrancadme mi sexo y llenadme del todo, de pies a la cabeza / con la más espantosa crueldad! ¡Que se adense mi sangre, / que se bloqueen todas las puertas al remordimiento! / ¡Que no vengan a mí contritos sentimientos naturales / a perturbar mi propósito cruel, o a poner tregua / a su realización! ¡Venid hasta mis pechos de mujer / y transformad mi leche en hiel, espíritus de muerte / que por doquiera estáis —esencias invisibles— al acecho / de que Naturaleza se destruya!

Lady Macbeth es una creatura antinatura, contraria a la vida, y le inocula la idea a su marido: «Ven pronto, ven, para que pueda / vaciarte mi coraje en tus oídos». Es una situación que prepara la perspectiva trágica de la fábula: una vez cometido el asesinato de Duncan no hay marcha atrás.

Shakespeare construye un personaje con una perversidad casi única en el teatro universal, con una sibilina capacidad de persuasión cuando recibe al rey, similar a la de la Clitemnestra de Esquilo cuando recibió a Agamenón en la primera obra de La Orestíada. Así le habla Lady Macbeth a Duncan cuando lo recibe en su palacio como huésped:

Todos nuestros servicios, / aunque dos veces se prestaran, para doblarse luego / serían cosa pobre y simple, si es que debieran competir / contra el profundo y gran honor con el que Vuestra Majestad / nos honra en esta casa. Por el del pasado / y por la dignidad presente que añadís, / por vos oramos como servidores.

Lady Macbeth controla a su víctima. La perversidad se adueña de la fábula, y ante tal fuerza la debilidad de Macbeth se acentúa antes de cometer el asesinato de Duncan. Su remordimiento de conciencia es parte de la estrategia discursiva para construir la dimensión privada del personaje y sus relaciones con su mujer, quien prepara el crimen para cuando Duncan duerma.

La conspiración y el asesinato de Duncan dan forma a la dimensión política y sangrienta de la obra. Macbeth actúa estimulado por la ambición de poder de su mujer, a pesar de su debilidad de decisión. En adelante, ejercerá y disfrutará el poder a cualquier precio y con cualquier recurso, incluso con la colaboración de delincuentes. Macbeth y su mujer actúan como delincuentes para conservar el poder, así tengan que mandar a matar a cualquier oponente real o posible. En adelante, la intriga de la obra consistirá en artimañas para mantener el poder y defenderse. Y la sangre se impondrá.

 

La intriga del thriller

Si bien pudo producir una obra sin brujas y concentrarla en una lucha perversa y criminal por el poder, con ellas Shakespeare le dio mayor trascendencia, porque actualizó el sistema de creencias del espectador. Lo que sucede a Macbeth no es una serie de simples hechos políticos, sino de anuncios hechos por deidades de la Naturaleza. El ser humano no es ajeno a la Naturaleza; está en ella, y ella dicta las normas.

Shakespeare construye la tensión/oposición entre la realidad política de Macbeth y sus creencias (también del espectador), que al final de la fábula serán reales por su eficaz cumplimiento. Además, las brujas inciden en las relaciones de Macbeth con Banquo, cuyos hijos serán reyes, razón por la cual conspira para asesinarlos. Sin embargo, no hay relación de causalidad inmediata entre el mundo de las brujas, el asesinato y sus consecuencias.

A las brujas —inicio general de la intriga— se suma la iniciativa de Lady Macbeth de asesinar a Duncan. Su decisión nada tiene que ver con ellas y Macbeth no la contempla. Es causa de una peripecia en la intriga, que altera el comportamiento de Macbeth y conduce a una tragedia tenebrosa, en la cual la sangre es la imagen predominante. En su estrategia discursiva, Shakespeare hace coincidir dos hechos: las profecías referidas a Macbeth y la visita del rey que despierta las ambiciones de Lady Macbeth.

Si las brujas son causa de la atmósfera general de la fábula, al integrar creencias ancestrales con política, y Lady Macbeth es la promotora del asesinato, al imponerse sobre las debilidades de su marido, consumado el crimen y en el poder Macbeth se siente impune para conservarlo. Sabe que los bosques no se mueven, razón por la cual no será echado del poder, y es imposible no ser nacido de mujer; por lo tanto, no vislumbra que alguien pueda matarlo. En todo caso, tomará medidas para desprenderse de sospechosos. Su poder absoluto le da seguridad para actuar contra sus enemigos potenciales. Por eso decide matar a Banquo y su hijo, y se alía con un par de asesinos a sueldo.

Macbeth es la tragedia del asesinato, de la conspiración para alcanzar y conservar el poder a cualquier precio, de la violencia política y criminal. También es la tragedia de las creencias y sus implicaciones en la vida humana. Los personajes refieren hechos violentos; tal es la manera como Macbeth tasajea a su enemigo en la batalla, que le mereció el honor de ser señor de Cawdor. Victimario devenido víctima de su crimen, Macbeth se hunde en la perversidad y junto con su mujer juegan a la hipocresía después de la muerte de Duncan:

Si hubiera muerto una hora antes de este suceso, / habría yo tenido una vida feliz; pero desde este instante / nada vale la pena de esta vida mortal. / Todo es como un juguete; renombre y gracia han muerto, / se ha derramado el vino de la vida y solo quedan / posos para gloriarse en la bodega.

La vida es algo fútil. La sangre se materializa en la escena con las matanzas. Comenzó con la del rey. Después, el asesinato de Banquo, aunque se salva Fleance, su hijo, en concordancia con la predicción de las brujas. El asesinato de la familia de Macduff, quien huyó a Inglaterra, consolida la tiranía basada en la sangre que denuncia Lennox, antecedente para preparar en Inglaterra el ataque a Escocia.

La intriga está inmersa en creencias ancestrales y su valor en correlación con la realidad política. Si las brujas hablaron de la aproximación de un bosque como señal de la derrota de Macbeth, los invasores apelan a la estrategia del camuflaje para atacar el castillo del tirano. La expresión oracular de que Macbeth no morirá en manos de hombre nacido de mujer se hace realidad en Macduff, quien nació por cesárea. Además de la correlación entre creencias ancestrales y realidad, la ironía shakesperiana sorprende al espectador y, quizás, le hace sonreír. La dialéctica creencias ancestrales/realidad política confirma la veracidad de las creencias en el contexto de una concepción del mundo en el que la Naturaleza es una totalidad orgánica.

 

El final del thriller

Es necesario aproximarse a Macbeth con y sin las brujas. Sin ellas es una obra política coherente, un thriller sobre crimen, delincuencia y conspiración para obtener y disfrutar el poder. Con las brujas, la tragedia adquiere dimensiones cósmicas por la intervención de la Naturaleza en los hechos de los hombres. Pero sin ellas es un thriller con un excelente final.

El derrumbe de la tiranía de Macbeth comienza con el derrumbe existencial de Lady Macbeth, quien en sus aposentos privados delira sin explicación para el doctor que la atiende. Su crisis es el derrumbe de la dimensión privada de la tragedia, mientras los hechos anuncian el derrumbe completo de la tiranía por la rebelión que se prepara para asaltar el castillo de Macbeth. Es el evento que hace coincidir las predicciones de las brujas con la realidad política y militar. Macbeth desecha las noticias militares; actúa y piensa en correlación con lo dicho por las brujas para desechar el miedo; pero no desaparecen sus problemas de conciencia cuando considera que ha vivido lo suficiente:

Y todo lo que debería acompañar a la vejez, / como honor, obediencia, amor y multitud de amigos / no debo pretenderlo; en su lugar / maldiciones ahogadas pero muy profundas, servil adulación, palabras, / que el pobre corazón quiere negar sin atreverse.

Después de mantener paralelas a las brujas y las circunstancias políticas, Shakespeare las hace coincidir, confirma al espectador la validez de sus creencias y resuelve el conflicto de una tiranía necesitada de justicia. Malcolm, militar, es el encargado de ello con la estrategia del camuflaje:

Que cada soldado corte una rama / y la lleve ante él, ocultaremos de ese modo / el número de nuestras tropas; y que los espías / al informar sobre nosotros se equivoquen.

Es el fin de una tragedia protagonizada por humanos correlacionados con fuerzas de la Naturaleza. Macbeth es, poco a poco, un ser solo con sus actos. Lady Macbeth muere víctima de su derrumbe existencial, y Macbeth, en la mejor perspectiva shakesperiana, reflexiona como Hamlet sobre el sentido de la vida:

La vida es una sombra tan solo, que transcurre; un pobre actor / que, orgulloso, consume su turno sobre el escenario / para jamás volver a ser oído. Es una historia / contada por un necio, llena de ruido y furia, / que nada significa.

El nihilismo se hace presente, al igual que en otras tragedias de la madurez creadora de Shakespeare. Macbeth queda postrado cuando le informan del movimiento del bosque, porque presiente la muerte inevitable. Solo falta su muerte en manos de un hombre no nacido de mujer: Macduff. Macbeth lo reta y Macduff revela la verdad:

No fíes del hechizo, / y deja que el demonio a quien aún sirves / te diga que del vientre de su madre / fue arrancado Macduff antes de tiempo.

Shakespeare perfecciona su estrategia para refrendar del todo las creencias del espectador, al tiempo que hace justicia contra la tiranía de Macbeth mediante hechos reales: la estrategia militar del camuflaje y la cesárea por la que nació Macduff, quien concluye con un saludo a Malcolm:

Salve, rey, pues tal eres. Mira dónde se alza / la infame cabeza del usurpador. El mundo es libre.


Leonardo Azparren Giménez, crítico de teatro y profesor de la Universidad Central de Venezuela.