¿Nos quedamos cortos?

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Una posición corta consiste en vender un activo que no se posee. Como esta es una estrategia muy controvertida, una y otra vez se han impuesto restricciones. Las prohibiciones temporales (un día) aumentan los rendimientos de las acciones, reducen la volatilidad, estrechan los márgenes de precios de compraventa e incrementan la profundidad del mercado. Pero no se sabe si restricciones más duraderas serían tan efectivas.


Wikipedia define una posición corta o posición en corto como una «operación financiera consistente en la venta por un agente que interviene en el mercado de un activo que no posee. Este activo puede ser adquirido para su venta mediante un préstamo de títulos».

La venta corta es una de las estrategias de inversión más controvertidas que existen. Por un lado, se dice que con ella los mercados transmiten información sobre la calidad de los activos empresariales, lo que propicia la oportunidad de reestructurar empresas cuyos planes de negocios destruyen valor. Por otro lado, hay quienes sostienen que los actores que apuestan a la caída de los precios de títulos financieros de empresas en problemas son una especie de animales carroñeros en busca de beneficio individual sin importarles el daño que una restructuración o una quiebra pueden causar en el tejido empresarial.

No es de extrañar, entonces, que una y otra vez se hayan impuesto restricciones a las ventas en corto cuando suceden coyunturas que afectan a una empresa, a un sector de actividad o al mercado financiero como un todo. Académicos, reguladores y lobistas se preguntan: ¿cuál es el verdadero impacto de las restricciones a las ventas en corto en los precios de las acciones?

El pasado 11 de octubre de 2023 Thomas G. Ruchti y un conjunto de colaboradores publicaron un trabajo en una serie patrocinada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, titulado ¿Son efectivas las restricciones a las ventas en corto? Ruchti y sus colaboradores seleccionaron una serie de datos sobre acciones a las que se les había aplicado la Regla 201, que restringe las ventas en corto cuando el precio de una acción alcanza un rendimiento intradiario negativo de diez por ciento. Esta regla, según la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, se diseñó como un mecanismo de disuasión para evitar ventas en corto potencialmente manipuladoras o abusivas, y para facilitar que los vendedores a largo plazo vendan primero ante tal caída.

El diseño experimental de la investigación escogió un grupo control representado por acciones que, transadas en el mismo momento, obtuvieron retornos intradiarios similares, pero a las cuales no se aplicó una restricción transaccional. Los autores encontraron que, contra lo esperado, las prohibiciones temporales de posiciones cortas aumentaron los rendimientos de las acciones, redujeron la volatilidad, estrecharon los márgenes entre los precios de compra y venta de los títulos valores (spread), e incrementaron la profundidad del mercado.

Estos resultados se limitan a restricciones automáticas de un día para valores individuales. No se puede concluir que restricciones más amplias y duraderas a las ventas en corto sean igualmente efectivas. Hay una gran diferencia entre una medida rutinaria, temporal, predeterminada y formulada para calmar una acción, y una regulación extraordinaria e indefinida para prohibir el comercio que la mayoría de las veces ha nacido de la histeria. Este trabajo de Ruchti y colaboradores puede crear controversia y, en última instancia, una mayor comprensión de todas las aristas de las prohibiciones a las ventas en corto.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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