«Panamá debe mirar hacia afuera»

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Conversación con Felipe Chapman, socio-director de Indesa.

Fundada hace cincuenta años, Indesa es una firma panameña especializada en asesoría financiera y económica. Chapman cree que Panamá puede ser un centro de operaciones de clase mundial para todo tipo de servicios y productos. Para lograrlo, los principales retos son desarrollar el capital humano y emprender reformas políticas.

Nunzia Auletta / 7 de diciembre de 2018


 

Nunzia Auletta: A la luz del acelerado crecimiento económico experimentado por Panamá en estos últimos diez años, ¿cuáles han sido los factores que han tenido mayor influencia en las empresas panameñas?

Felipe Chapman: Si tuviera que escoger uno diría que es el inicio de la explotación de la posición geográfica del país, que a lo largo del siglo XX estuvo realmente subexplotada. En ese proceso de autodescubrimiento, Panamá empieza a aprovechar su ubicación a partir de la recuperación del canal, del acceso a los territorios adyacentes, que nos fue vedado, por casi cien años, producto del Tratado del Canal. A su vez, esto ha propiciado el desarrollo de otras actividades e industrias, en los ámbitos de las finanzas, el turismo y el transporte.

 

Se dice con frecuencia que Panamá tiene el potencial para ser un importante hub o centro internacional de operaciones. ¿Cuáles son los negocios que pueden desarrollarse con este concepto?

Panamá puede ser un hub para todo tipo de servicios y productos; la creatividad es el límite. Para lograr índices de desarrollo económico, humano y social elevados, Panamá debe mirar hacia afuera y relacionarse con el resto del mundo; como lo ha hecho con gran éxito Singapur, por ejemplo. Un negocio que no ha alcanzado su máximo potencial es el transporte de personas y mercancías. En lo que respecta a las mercancías hemos hecho muy poco en la transformación: hay un mundo de oportunidades. En Panamá puede agregarse valor a bienes de capital, como equipos de tecnología o de la industria automotriz, antes de llegar a su destino final.

 

¿Eso estaría ligado al desarrollo de nuevos clusters o conglomerados industriales?

Definitivamente existe la oportunidad de atraer operadores de clase mundial, para reproducir en Panamá experiencias exitosas en otros países. También podría ser en productos alimenticios, de manera de explotar la oportunidad de ser un hub de alimentos, y mover no solo commodities sino también productos de valor agregado.

 

¿Qué ha impedido que eso ocurra?

No veo que haya impedimentos, sino que realmente no ha habido un catalizador que lo provocara. Creo que es más bien una oportunidad por explotar.

 

Después de tantos años de crecimiento acelerado, ¿está entrando la economía panameña en una fase de mayor madurez que requiere otro tipo de inversiones?

Así es. Eso va de la mano de un pensamiento crítico y estratégico, de una visión de muy largo plazo, pues los réditos no se cosechan en poco tiempo. Hay que tener mayor disciplina. Como somos un país tropical tendemos a ser casi todos millennials: queremos resultados inmediatos. La ciudadanía lo exige. Los políticos interpretan que los ciudadanos quieren inversiones con réditos de muy corto plazo y ese es un gran reto para construir una plataforma que dé beneficios a largo plazo.

 

¿Cuál sería el ideal de crecimiento económico?

El crecimiento potencial. Es una medición técnica que calcula la velocidad de crecimiento que debe tener un país en función de sus recursos humanos y de capital. Según cálculos de Indesa, una tasa razonable es 5,5 por ciento anual. El Fondo Monetario Internacional lo calcula en seis por ciento. Ese sería un crecimiento acelerado, pero sostenible. Crecer muy por encima de eso recalienta la economía y crea distorsiones.

 

Este año cierra, según diferentes fuentes, en 3,5 por ciento, ¿estamos ante una crisis económica?

No, deberíamos estar muy por debajo para llegar a una contracción. Se habla incorrectamente de crisis, porque veníamos creciendo a una velocidad muy acelerada, que no era sostenible. Es como andar por una autopista a cien kilómetros por hora y ahora se avanza a cincuenta. Muchos quedaron con el deseo de seguir a cien, pero la carretera es de muchas curvas y accidentada. Sería un poco imprudente.

 

En este contexto macroeconómico, ¿cuáles son los retos que se le plantean a las empresas?

Creo que el principal reto es el desarrollo de capital humano: que la población económicamente activa tenga las destrezas adecuadas para el mundo en que nos encontramos.

 

¿Cuáles destrezas serían cruciales?

En la óptica del hub, por ejemplo, destrezas que nos permitan explotar con éxito actividades de logística y transporte de personas y mercancías, así como de agregación de valor a activos de capital o a alimentos. Otro sector subexplotado es el turismo. Panamá es un país muy rico en diversidad natural, así como en cultura e historia. Explotar esas condiciones requiere intelecto, preparación y destreza; pero sobre todo requiere planificación, desde la estrategia hasta las operaciones. No podemos quedarnos con una visión de corto plazo.

 

Parecería que se plantea un dilema típico de lo que Michael Tushman, de la Escuela de Negocios Harvard, ha dado a conocer como «gerencia ambidiestra»: ¿qué le aconsejaría a un empresario panameño para conjugar la operación de todos los días con una visión de futuro?

Soy creyente en el entendimiento del entorno cambiante, de todas esas variables que influyen sobre nuestro entorno nacional, regional y global para tomar mejores decisiones y adaptarnos con suficiente antelación. Estamos en la era de la información y el conocimiento, de big data, que abre la puerta a la inteligencia competitiva. Al mismo tiempo, creo que debemos enfocarnos en el aumento de la productividad de las empresas, que significa mayor productividad y eficiencia para el país.

 

Llama la atención que el crecimiento económico no se haya traducido en incremento de la actividad emprendedora temprana, según el estudio del Monitor Global del Emprendimiento (GEM), desarrollado anualmente por la Ciudad del Saber, el IESA y otros actores. ¿Cuáles factores pueden estar afectando?

En primer lugar, el temor al fracaso, a asumir riesgos, a aprender de los errores y a intentar nuevos emprendimientos. Creo que la Ciudad del Saber tiene mucho mérito en crear un ecosistema de la actividad emprendedora. Son muchas las instituciones que colaboran allí: incubadoras, parques tecnológicos, instituciones educativas y de desarrollo, al igual que financiadores de capital semilla, inversionistas ángeles y de capital de riesgo. También veo generaciones más jóvenes dispuestas a emprender. Llegan formadas de las mejores universidades del mundo y están dispuestas, en vez de tomar un empleo, a tomar el riesgo de emprender, lo cual es muy buena noticia.

 

¿Cuál puede ser el papel de los grandes grupos panameños para fomentar el desarrollo emprendedor? ¿Podría tener impacto en el modelo de hub que usted menciona?

Las grandes empresas o los grandes grupos no son necesariamente los que están propiciando nuevos emprendimientos, pues muchos pueden convertirse en amenazas para las empresas tradicionales. Los modelos disruptivos normalmente no agradan al dominante en un mercado. No es solamente el caso de Panamá. Sin embargo, sí podría darse una combinación de ese tejido y de empresas que se den cuenta de que su modelo tradicional de negocio se está agotando, y que no les pase como a Blockbuster. Muchos están entendiendo que si no cambian pueden morir y desaparecer. Los bancos, por ejemplo, han entendido el impacto que tiene la tecnología en la automatización y están invirtiendo en eso.

 

¿En modelos de transformación digital?

Así es. Sin dejar de lado la banca tradicional de una agencia física, entienden que el futuro está en otra dirección y que si no lo atienden alguien va a cubrirlo.

 

Se comenta que algunos grupos familiares panameños han vendido con éxito sus negocios a multinacionales. ¿Podría ser esta una oportunidad para dar impulso a nuevos negocios?

Soy de pensamiento liberal y aplaudo el emprendimiento y la iniciativa del individuo. Aplaudo a las empresas que tienen eventos de liquidez importantes, y con esa inquietud emprendedora logran reinvertir parte de esos recursos en nuevas actividades. Los grupos familiares se han refugiado parcialmente en el sector inmobiliario, que ha sido muy noble. Ha ofrecido rendimientos atractivos, hasta llegar a niveles de saturación en algunos segmentos de vivienda y en algunos segmentos comerciales, como oficinas u hoteles, por la falta de crecimiento del sector turismo. Pero es evidente que hay un exceso de expansión del sector inmobiliario. Una buena gestión patrimonial puede incluir la reinversión en otros negocios.

 

¿Cuál ha sido la dirección de esos procesos? ¿Qué tipo de empresas se están vendiendo? ¿En cuáles empresas se está reinvirtiendo?

Se han vendido las empresas más tradicionales de manufactura y servicios. A diferencia de otros países, en Panamá buena parte del producto de esas ventas se reinvierte en el país, en distintos sectores: servicios, tecnología, logística. Pero todavía no veo un claro patrón de, por ejemplo, vender una cadena de supermercados o una red de retail para reinvertir en tecnología.

 

Como parte de una investigación del IESA sobre los retos de la gerencia panameña, hemos encontrado que muchas empresas comienzan a operar como actores en Centroamérica. ¿Qué hace falta para competir regionalmente?

Para ser actores regionales hay que tener mayor productividad y mayor eficiencia. Para ello hay que superar obstáculos como reglas laborales muy rígidas, que impiden una gestión más ágil del capital humano. Igualmente es necesaria la simplificación del Estado, la tramitología, la desburocratización, tanto en el sector público como en algunos ámbitos del sector privado; por ejemplo, el financiero. Todo apalancado en tecnología.

 

¿Cuán optimista se siente con respecto al desempeño económico futuro de Panamá?

Bastante optimista. Los retos de Panamá, las amenazas sobre Panamá, más que económicas, probablemente son de institucionalidad política y son manejables. Todavía estamos en una etapa en la que el país tiene tiempo y oportunidades para hacer cambios importantes de institucionalidad política, que le permitan dar un salto a otra etapa de desarrollo. Eso implica que los poderes del Estado operen mejor y propicien mayor confianza y legitimidad. Espero que eso esté en la agenda del próximo gobierno. Muchos estamos haciendo el esfuerzo para que así sea. Ojalá así sea.