La vida —tanto económica como social— enfrenta crecientes problemas vinculados al deterioro ambiental. La gerencia de negocios ambientales se ocupa de organizar y dirigir procesos innovadores de producción de bienes y servicios, para garantizar la competitividad del conjunto de la economía en mercados cada vez más regulados debido a ese deterioro.
Más allá de disputas geopolíticas o de la defensa de mercados sectoriales, el deterioro de las condiciones naturales de producción a escala planetaria ha creado ya, en la práctica, una situación de crisis en el mercado mundial sin precedentes desde el siglo XVI. Esta crisis tiene sus más importantes expresiones, sin duda, en el calentamiento de la atmósfera, la intensificación de la variabilidad climática, la creciente presencia de eventos meteorológicos extremos y la tendencia al aumento del nivel del mar, que para fines del siglo XXI podría tener graves consecuencias para unos 745 millones de personas.
Lo importante es comprender la historicidad del problema que encara la humanidad, y atender a la advertencia que hace el historiador británico Christopher Wickham: «La historia no es teleológica, lo que significa que el desarrollo histórico no va a ninguna parte, sino que, al contrario, procede de algún sitio» (2017: 19). El origen del problema no determina el destino de quienes lo padecen, pero sí las opciones que tienen para encararlo. Y esto se comprende mejor a partir de un planteamiento tan preciso como sea posible en sus premisas y sus conclusiones.
El ambiente es el producto de la interacción de sistemas naturales y sociales a lo largo del tiempo, mediante procesos de trabajo socialmente organizados. Estos procesos de trabajo van desde la transformación de elementos naturales en recursos y el uso de esos recursos para la producción de bienes y servicios destinados a la satisfacción de necesidades humanas, hasta la disposición de los desechos resultantes de la producción y el consumo de esos bienes y servicios, sea en forma de dióxido de carbono, agentes contaminantes o basura plástica, para mencionar tres casos conocidos.
El desarrollo y la productividad de los procesos de trabajo dependen de condiciones de producción (sociales, naturales y territoriales), que deben a su vez ser producidas por el Estado y, en medida menor y más precisa, por el sector privado. Así, las condiciones naturales de producción son las que garantizan la oferta adecuada de elementos como agua, suelo, ecosistemas y capacidades de interacción metabólica de sistemas naturales y sociales. Las condiciones sociales se refieren a la formación de la fuerza de trabajo que esos procesos requieren; y las territoriales, a la organización de la actividad económica en su relación con la organización natural del territorio donde esa actividad tiene lugar.
El desarrollo de la interacción de los sistemas naturales y sociales a partir de la Revolución Industrial ha conocido una intensidad y una escala crecientes, al punto de calcularse que a lo largo del siglo XX la humanidad produjo un volumen de bienes y deshechos superior al de los cien mil años precedentes. Esa intensificación ha dado lugar a una ruptura del metabolismo sociedad-naturaleza, la que ocasiona procesos de transformación de la biosfera que implican crecientes amenazas tanto a la actividad productiva global como al desarrollo de la especie humana.
Existen diversas estimaciones sobre el impacto de estas transformaciones a escala global: cambio climático, colapso de ecosistemas, pérdida de biodiversidad, incremento del riesgo de enfermedades emergentes y reemergentes, y contaminación masiva de los suelos, las aguas y la atmósfera del planeta. Los riesgos relacionados con el ambiente han ido creciendo en lo relativo tanto a su gravedad como a su incidencia en la economía global (World Economic Forum, 2021).
Lo importante aquí es comprender que las consecuencias imprevistas de determinadas maneras de organizar la producción pueden ser encaradas si se modifican esas modalidades de relación productiva. Ese proceso de modificación ya está en marcha en la economía mundial; en primer término, en la Unión Europea, va ganando importancia en Norteamérica y Asia Oriental, pero sigue aún con retraso en América Latina.
La crisis ambiental y sus consecuencias: principales afectados y opciones de solución
Efectos | Afectados | Opciones |
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Las soluciones se refieren a actividades productivas en sentido pleno; esto es, no meramente remediales. Implican el diseño de procesos innovadores de trabajo para crear valor en un mercado emergente. Tales procesos, a su vez, requieren visiones y capacidades innovadoras de gerencia para su conducción. En lo más esencial, la gerencia de negocios ambientales se ocupa de la organización y la dirección de procesos de producción de bienes y servicios que compensen el deterioro de la oferta de servicios ecosistémicos, y de la innovación de procesos productivos tradicionales para incrementar su competitividad en mercados de creciente regulación ambiental.
El alcance de ese mercado es glocal, en la medida en que se refiere a problemas globales encarados desde circunstancias locales. Si bien ese mercado aún está en vías de formación en América Latina —aunque de hecho un creciente número de empresas y emprendimientos se vincula a la producción de bienes y servicios ambientales—, la formación de las capacidades gerenciales que exige ya va siendo una necesidad de creciente urgencia en la región.
El principal obstáculo al desarrollo de ese mercado en la región radica en el terreno de las capacidades gerenciales, antes que en el del financiamiento de actividades productivas. Baste considerar, por ejemplo, la creciente importancia que organismos como CAF-Banco de Desarrollo de América Latina le otorgan al tema (CAF, 2020).
Esta perspectiva resulta sin duda alguna innovadora, en una región que desde el siglo XVI se ha caracterizado por la extracción y la exportación masiva de materias primas. Aun así, por un tiempo que dependerá en buena medida de la labor de entidades académicas y empresariales, se deberá encarar la cultura organizacional derivada de aquella tradición extractivista.
Apenas se comienza a entender el valor y el alcance del capital natural de América Latina. Regenerarlo donde sea necesario e incrementarlo en todo lo que sea posible permitirá hacer cada vez más competitivas las grandes ventajas comparativas con las que cuenta América Latina en el mercado global de servicios ambientales, y abrirá caminos inéditos para un desarrollo finalmente sostenible de nuestras sociedades.
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Guillermo Castro H., asesor ejecutivo de la Fundación Ciudad del Saber, Panamá.
Referencias
CAF (2020, 18 de diciembre). CAF y BEI cofinanciarán proyectos de acción climática que dinamicen el empleo y la competitividad en América Latina. CAF-Banco de Desarrollo de América Latina. https://www.caf.com/es/actualidad/noticias/2020/12/caf-y-bei-cofinanciaran-proyectos-de-accion-climatica-que-dinamicen-el-empleo-y-la-competitividad-en-america-latina/?parent=6437
Wickham, C. (2017). Europa en la Edad Media: Una nueva interpretación. Crítica.
World Economic Forum. (2021). The global risk report 2021. http://www3.weforum.org/docs/WEF_The_Global_Risks_Report_2021.pdf