¿Recesión 2023?

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Foto de Jack Cohen en Unsplash

2023 será el año del surgimiento de la recesión como un elemento adicional de riesgo para los mercados financieros. Recesión e inflación crearán importantes episodios de volatilidad en los precios de los títulos valores.


Mohamed El-Erian, presidente del Queens’ College de la Universidad de Cambridge, fue durante el año 2022 uno de los grandes críticos del tratamiento que la Reserva Federal (FED) dio al tema inflacionario. Para el banco central estadounidense, el alza de precios era temporal y, por ello, no era urgente aumentar las tasas de interés. El académico no compartía esta opinión y señalaba los peligros de reaccionar tardíamente a este fenómeno.

El tiempo ha dado la razón al profesor El-Erian. La FED tuvo que subir la tasa de redescuento de cero a 4,5 puntos porcentuales entre marzo y septiembre de 2022.

¿Qué espera El-Erian para 2023? La recesión se convertirá en un elemento adicional de riesgo para los mercados financieros y, junto con la inflación, pueden crear importantes episodios de volatilidad en los precios de los títulos valores.

La economía estadounidense no ha entrado aun en una fase recesiva. Entre los especialistas no hay un consenso en cuanto a la magnitud de la desaceleración económica ni el momento en que pueda ocurrir. Los actores más optimistas esperan que sea corta y leve, y llaman a este escenario «aterrizaje suave»: el mercado accionario sufriría una corrección no mayor del diez por ciento y el rendimiento de los bonos podría bajar ligeramente. Pero si los factores estructurales que afectan la inflación no pueden controlarse en 2023, la recesión puede ser larga y profunda, y los activos financieros podrían sufrir caídas de precios similares a las del año 2022.

El-Erian sugirió recientemente en un artículo titulado «Necesitamos prestar más atención a las señales económicas desalineadas», publicado en el Financial Times, que el Fondo Monetario Internacional volvería a revisar a la baja sus proyecciones de crecimiento económico, a pesar de haber estimado que la recesión afectaría a un tercio del planeta en 2023. Lo particularmente notable en este deterioro de la economía global es, además de que las tres principales áreas económicas del mundo (China, Unión Europea y Estados Unidos) se están desacelerando al mismo tiempo, que cada región lo hace por razones diferentes.

En China el abandono desordenado de una política errónea de cero covid socava la demanda y causa nuevas interrupciones en las cadenas de suministro, que se mantendrán mientras el país no mejore la cobertura y la eficacia de sus esfuerzos de vacunación. La fortaleza y la sostenibilidad de la recuperación posterior también requerirán que redefina su modelo de crecimiento y se apoye mucho más en su mercado interno y menos en la globalización.

La Unión Europea tendrá que seguir enfrentando los problemas de suministro de energía mientras se mantenga la guerra entre Rusia y Ucrania. Aunque los países que integran esta región han hecho grandes esfuerzos para reducir su dependencia energética de Rusia, todavía falta mucho por hacer para resolver obstáculos estructurales que afectan el crecimiento económico.

En Estados Unidos se vivirán las consecuencias de la atención tardía que la FED dio al problema inflacionario, que permitió la extensión del alza de precios al sector de servicios y a los salarios. Es probable que la inflación se mantenga en torno al cuatro por ciento, y no será sencillo lograr que baje de este nivel, porque la economía se muestra poco sensible a la subida de las tasas de interés.

Mientras la oferta de mano de obra no aumente, las empresas tendrán que seguir incrementando los salarios para llenar las posiciones vacantes. Hasta ahora el aumento de las tasas de interés no ha logrado que las empresas reduzcan sus planes de reclutamiento.

Dadas las distintas realidades económicas de estas regiones, es un tanto temerario asegurar que el próximo ciclo recesivo será leve y de corta duración. Son tantos los factores de riesgo que pueden activar la próxima contracción económica que se hace muy difícil definir políticas para atenuarla.

El gran peligro es que los errores en las políticas económicas, sumados a las perturbaciones del mercado (problemas en la cadena de suministros, déficit energético, escasez de mano de obra, etc.), conduzcan a un círculo vicioso que se refuerce y produzca más inflación, mayores tasas de interés, deterioro de calidad crediticia de la deuda corporativa y reducción de las ganancia de las empresas.

Los actores de los mercados de renta fija le están dando un cierto peso a la posibilidad de que pudiese estar gestándose ese círculo vicioso. Esto se ve reflejado en la caída del rendimiento de los papeles del Tesoro a largo plazo: el título con vencimiento a diez años rendía 4,2 por ciento a principios de noviembre de 2022 y a mediados de enero de 2023 se ubica en el orden de 3,5 por ciento. Este instrumento actúa como una póliza de seguro contra escenarios económicos adversos. A diferencia del mundo de la renta fija, muchos gestores de carteras de acciones siguen apostando al aterrizaje suave.

Las visiones tan contrastantes entre los inversionistas en renta fija y variable, y las presiones que tiene la FED para reducir las tasas de interés lo más pronto posible pueden conducir a ese círculo vicioso en que todo el mundo pierde.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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