Regeneración: un nuevo paradigma para rescatar el planeta

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Imagen de 政徳 吉田 en Pixabay

El mensaje de la COP 26 fue muy claro: el tiempo para actuar y evitar un aumento catastrófico de la temperatura del mundo se está agotando. Las prácticas de la empresa sostenible lucen insuficientes y surge un nuevo modelo: la empresa regenerativa.


En junio de 2018, John Elkington publicó un artículo en la revista Harvard Business Review titulado: «Hace 25 años acuñé la frase “triple resultado”. Aquí digo por qué es momento de repensarla». Para Elkington, el paradigma del triple resultado había fallado porque que no logró desplazar al modelo de resultado único: impacto económico. Los líderes empresariales están dispuestos a mover cielo y tierra para alcanzar sus metas financieras, no así las metas relacionadas con la gente y el planeta (impactos social y ambiental).

El triple resultado pasó a formar parte del léxico del mundo de los negocios y, para ser justos, se han producido innegables avances en muchas empresas. Pero no es menos cierto que la pobreza, la desigualdad y otros problemas sociales están lejos de solucionarse; por su parte, el clima, los recursos hídricos, los océanos, los bosques, los suelos y la biodiversidad están cada vez más amenazados.

 

¿Por qué es tan elusiva la sostenibilidad?

Un gráfico ayuda a visualizar el triple resultado. En el eje rojo se registra el valor económico (VE); cuando es punteado indica pérdida o destrucción de valor —la empresa no es rentable, porque sus ganancias netas son insuficientes para remunerar el costo de oportunidad del capital de sus inversionistas— y cuando es continuo se genera valor, sea este tangible o no. En el eje azul se encuentra el valor creado para la gente, o valor social (VS), y en el eje verde el valor generado para el ambiente, o valor ambiental (VA); estos ejes son punteados cuando existe pérdida o destrucción de valor —debido a impactos negativos de las actividades de la empresa— y son continuos cuando se produce valor.

La preocupación expresada por Elkington corresponde a una situación como el punto A del gráfico. Las empresas tienden a desaparecer cuando no son capaces de generar valor económico, pero pueden continuar operando e incluso ser muy rentables financieramente —al menos a corto plazo— mientras destruyen valor social y ambiental.

Visualización del triple resultado

 

Sin embargo, la destrucción de valor no siempre puede pasar inadvertida, lo que pone en riesgo la sostenibilidad de las empresas y las incentiva a atender también las dimensiones social y ambiental. Si una empresa quiere ser sostenible, su triple resultado tiene que ubicarse en un espacio donde los valores de VE, VS y VA sean mayores o iguales a cero. Ese espacio ofrece muchas opciones para la creación de valor.

Creación de valor para la sostenibilidad

Algunas empresas escogen un punto como el B, que prioriza su rentabilidad económica; pero, al mismo tiempo, se responsabiliza por mitigar o compensar los impactos (externalidades negativas) causados por sus actividades. Por ejemplo, una empresa que necesita desalojar a una comunidad para construir una instalación se ocupa de compensar el daño que produce la mudanza pagando por las propiedades un precio que permita a los afectados reubicarse en un sitio que ofrezca condiciones de vida similares. En materia ambiental, una empresa que contamina el aire financia un servicio de especialidades para tratar enfermedades respiratorias en la clínica más cercana.

Otras empresas, en respuesta a sus actores relevantes, o por convicción, escogen el punto C. No se limitan a compensar o mitigar sus impactos adversos, sino que crean valor social (por ejemplo, contribuyen a satisfacer necesidades de la población en áreas como educación y salud) y valor ambiental (por ejemplo, modifican sus procesos productivos para utilizar materiales reciclados o reducir la producción de desechos). De hecho, la búsqueda de la sostenibilidad ha impulsado a las empresas a emprender iniciativas con mayor valor agregado social y ambiental, entre las cuales se pueden mencionar comercio justo, abastecimiento local, negocios inclusivos, producción orgánica, economía circular y cero emisiones. Estas iniciativas implican movimientos en dirección al punto D.

Pese a los innegables avances logrados, la humanidad está lejos de resolver los grandes problemas sociales y ambientales del mundo. Por lo tanto, la búsqueda de la ansiada sostenibilidad continúa.

 

Regeneración: ¿una vía para llegar al punto D?

La ausencia de una acción coordinada entre gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil, así como la pequeña o modesta escala de las iniciativas emprendidas, se mencionan como posibles explicaciones de por qué resulta tan elusiva la sostenibilidad. La Agenda 2030 del Desarrollo Sostenible es un loable esfuerzo que intenta dar respuesta a muchos problemas, pero el camino luce largo y complicado.

En este contexto ha surgido un movimiento que revela la insuficiencia de las prácticas sostenibles para rescatar el planeta y revertir el cambio climático, y aboga por enfoque más disruptivo que devuelva a los ecosistemas su funcionamiento natural: la regeneración. Según Pablo Muñoz y Carola Hargreaves, profesores de la Universidad de Liverpool, «un sistema es regenerativo cuando tiene la capacidad inherente de volver a existir. No se trata simplemente de revitalizar, reactivar o restaurar un sistema, sino de permitir cambios para que el sistema se transforme en algo nuevo y mejorado» (Muñoz y Hargreaves, 2020: 11).

Este movimiento exhorta a las empresas a desarrollar modelos de negocios que produzcan valor para una amplia variedad de actores relevantes, incluida la naturaleza. Se les invita a adoptar un enfoque sistémico que permita crear condiciones para la vida y la captura de carbono y deshacer las consecuencias de actividades insostenibles previas.

La respuesta de las empresas es alentadora. En una primera instancia, las iniciativas regenerativas se limitaban a pequeñas empresas agropecuarias (muy conectadas con el ambiente natural donde operan), pero ya es evidente el interés de las grandes empresas multinacionales, de otras industrias e incluso del mundo financiero.

Ahora bien, estos son procesos complejos, no comprendidos en su totalidad, que requieren un conocimiento transdisciplinario de los sistemas socioecológicos. Por esa razón, el aporte de la academia es esencial para apoyar la transición exitosa de las empresas hacia la regeneración. La red SEKN (www.sekn.org), integrada por diez escuelas de negocios de Iberoamérica, de la que el IESA forma parte, analiza sistemáticamente experiencias para generar conocimiento y contribuir a lograr ese propósito.


Rosa Amelia González, profesora del IESA.

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Referencia

Muñoz, P. y Hargreaves, C. (2020). Historias de regeneración: una nueva frontera para el emprendimiento sustentable. Centre for Entrepreneurship, University of Liverpool. DOI: 10.13140/RG.2.2.35196.97925