Tener en cuenta el impacto social y medioambiental de las decisiones de negocios beneficia a la sociedad y al planeta, tanto como a las organizaciones y sus accionistas. Hay una tendencia creciente entre financistas a exigir prácticas de liderazgo responsable como condición para aportar capital.
Si bien existen pruebas de empresas centenarias que intentan mejorar la sociedad, la comunidad o a grupos de intereses particulares, durante las últimas dos décadas se ha puesto especial atención a las prácticas de negocio éticas y responsables. Esta es, en buena medida, una respuesta a escándalos y crisis financieras como la del año 2008. Pero esta atención refleja también un cambio de actitud de la sociedad y los particulares hacia el comportamiento de las organizaciones.
El Foro Económico Mundial habla de capitalismo de partícipes (stakeholders). Se habla también de triple impacto (económico, social y ambiental), criterios ASG (ambiente, sociedad y gobierno empresarial) y empresas B (empresas que cumplen los estándares de desempeño, transparencia y responsabilidad social y medioambiental definidos por B Lab, una organización global sin fines de lucro dedicada a transformar la economía global para beneficiar a la gente y al planeta). Lo cierto es que los inversionistas institucionales y los prestamistas están empezando a exigir prácticas responsables como condición para proporcionar capital.
Liderazgo responsable
No existe una definición única de liderazgo responsable. Se lo ha definido como «la gestión intencional de los impactos ambientales, sociales y económicos para lograr beneficios sostenibles para los múltiples partícipes».[1] También como la integración del liderazgo ético y la responsabilidad social corporativa, con el propósito de considerar y responder a los intereses de la organización y los partícipes.[2] La Cátedra de Liderazgo responsable —que llevan adelante el IESA y el Dividendo Voluntario para la Comunidad— lo define como «un liderazgo que procura el bien en sus fines, acciones intermedias y entorno en el que actúa».
Las diferentes aproximaciones coinciden en que este tipo de liderazgo procura el beneficio económico para los accionistas (condición necesaria para la sostenibilidad de la empresa), el cumplimiento legal y normativo (condición necesaria para contar con una licencia para funcionar) y la consideración activa del bienestar de los empleados, el respeto de los derechos humanos, las comunidades aledañas a la organización, la sociedad en general y el medioambiente.
Estas aproximaciones enfatizan, además, la importancia de las prácticas que caracterizan el liderazgo responsable, más allá de las declaraciones o intenciones. Algunas prácticas de liderazgo responsable incluyen:
- Inversión en las comunidades locales mediante donaciones, voluntariados y empleos.
- Mantenimiento de estándares exigentes de gobierno empresarial y transparencia.
- Prácticas laborales éticas como salarios dignos y beneficios, diversidad, equidad e inclusión.
- Minimización del daño medioambiental mediante el uso eficiente de recursos y prácticas ecológicas.
En los últimos veinte años ha surgido un consenso entre académicos y líderes empresariales de que estas prácticas de liderazgo responsable crean valor compartido al beneficiar a la empresa y la sociedad. Los líderes empresariales, por su parte, adoptan el enfoque de «liderazgo responsable» por diversas razones: convicción personal, comprensión de sus beneficios o presión de diversos grupos (clientes, gobiernos, sociedad civil o financistas).
La exigencia de liderazgo responsable se expresa de formas diversas. Los consumidores, por ejemplo, manifiestan preferencias por productos y servicios de compañías que exhiben conductas consideradas amables con la naturaleza, respetuosas de los derechos humanos o comprometidas con el desarrollo social.
Los legisladores han impuesto normas, como la Ley Sarbanes-Oxley, en Estados Unidos, diseñada para asegurar la presentación adecuada de informes sobre las actividades financieras de las empresas de manera de prevenir crisis causadas por comportamientos negligentes o potencialmente negligentes. Organismos internacionales como Naciones Unidas promueven acuerdos internacionales vinculantes, como el Acuerdo de París —un tratado internacional sobre cambio climático, suscrito por 193 países más la Unión Europea— cuya meta es mantener el aumento de la temperatura global muy por debajo de 2° C. Los inversionistas, por su parte, y cada vez con mayor frecuencia, condicionan la financiación de las organizaciones a la evaluación de factores relacionados con el liderazgo responsable.
Un plan de negocio para el liderazgo responsable
A primera vista, el liderazgo responsable pareciera implicar un riesgo para las finanzas de las empresas. Los estudios muestran lo contrario. El liderazgo responsable se asocia con mayor innovación, menor riesgo, más acceso a recursos y mayor compromiso de partícipes.[3]
Todo esto se traduce en ventajas competitivas y desempeño financiero superior a largo plazo. Las prácticas responsables, cuando se implementan estratégicamente, crean «valor compartido» para la empresa y para la sociedad.[4]
Las organizaciones que impulsan la gestión del bienestar, la diversidad y la inclusión tienden a lograr mayores productividad y retención de empleados,[5] mayor capacidad de innovación y adaptación, y mejor desempeño económico.[6] Las empresas sostenibles ambientalmente tienen más acceso a capital y menos riesgo.[7] Además, las empresas con sólidos programas de responsabilidad social gozan de reputación, legitimidad y compromiso de los empleados.[8] Mantener relaciones de calidad con los diferentes partícipes ayuda a una empresa con buen desempeño a mantener ganancias superiores; y a una empresa con mal desempeño, a salir de su posición desventajosa más rápidamente.[9]
Tendencias en finanzas sostenibles
Se habla de finanzas sostenibles cuando las decisiones de inversión toman en cuenta consideraciones ambientales, sociales y de gobierno empresarial (ASG). El horizonte de tiempo es clave: se privilegia la sostenibilidad —ganancias durante un período largo— sobre las ganancias a corto plazo.
Entre las consideraciones ambientales se encuentran la mitigación y la adaptación al cambio climático, así como cualquier otra acción relacionada con el resguardo de la naturaleza; por ejemplo, preservación de la biodiversidad, catalogación de especies (particularmente pertinente en el caso de obras de infraestructura o minería), prevención o mitigación de la contaminación, y economía circular.
Las consideraciones sociales suelen referirse a cuestiones de equidad, inclusión, relaciones laborales, oportunidades e inversión en las personas y sus habilidades, diversidad e inclusión, promoción de las comunidades, así como el respeto y la promoción de los derechos humanos. El gobierno de organizaciones públicas y privadas —incluidas las estructuras de gestión, las relaciones con los empleados y la remuneración de los ejecutivos— desempeña un papel fundamental para garantizar las consideraciones sociales y ambientales en los procesos de decisión.
Para la Comisión Europea las finanzas sostenibles apoyan el crecimiento económico al tiempo que reducen las presiones sobre el ambiente.[10] El compromiso de la Unión Europea con el medioambiente se manifiesta en el Pacto Verde Europeo: un conjunto de iniciativas puestas en marcha en 2019 cuyo objetivo es alcanzar la neutralidad climática de sus países miembros para el año 2050. El Pacto Verde cuenta con un primer tramo de financiamiento, para ejecutarse entre 2021 y 2027, de 55.000 millones de euros, provenientes de un fondo creado para tal fin: el Fondo de Transición Justa.[11]
Los inversionistas institucionales y los prestamistas han comenzado a integrar factores ASG en sus decisiones de inversión y préstamo. El propósito es dirigir capital hacia empresas bien administradas que ofrecen beneficios sociales y ambientales positivos. Esta tendencia incluye:
- Inversión sostenible y ambiental, un mercado de 30.000 millones de dólares en 2018 y 33.500 millones en 2020.[12]
- Préstamos vinculados a ASG.
- Calificación de bonos basada en ASG por agencias como MSCI y Sustainalytics.
- Compromisos de cero emisiones netas por bancos como Goldman Sachs.
Las exigencias de inversionistas y prestamistas constituyen un incentivo para la adopción de prácticas de liderazgo responsable. Mostrar sólidos desempeños ASG se está convirtiendo en un requisito para acceder al capital en muchos sectores. Quienes no cumplan enfrentarán mayores costos de capital.
El liderazgo responsable se reafirmará en el futuro cercano
El liderazgo responsable tiene un enorme potencial para ofrecer bienestar y prosperidad, así como beneficios para las organizaciones y el mundo. El liderazgo responsable no se limita a respetar el marco legal y responder a las expectativas de los accionistas, sino que va más allá, para considerar el bien que puede realizar, con sus fines y acciones intermedias.
En años recientes este tipo de liderazgo se ha convertido en un imperativo estratégico. Las prácticas de liderazgo responsable crean valor compartido: benefician a las empresas y a la sociedad. Paralelamente, los financistas e inversionistas ven en estas prácticas un mecanismo de mitigación de riesgo. Al integrar la consideración de estas prácticas en sus decisiones de asignación de capital, incentivan el ejercicio de prácticas de liderazgo responsable.
Esta convergencia perfila un camino hacia finanzas y negocios más sostenibles y éticos en las próximas décadas. Las organizaciones que adopten tempranamente un enfoque de liderazgo responsable estarán mejor posicionadas para acceder al capital, gestionar riesgos, atraer talento y asegurar competitividad a largo plazo.
Olga Bravo, country manager Venezuela de Synapsys Global y profesora invitada del IESA.
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Notas
[1] Visser, W.y Courtice, P. (2011). Sustainability leadership: linking theory and practice. SSRN Working Paper. http://ssrn.com/abstract=1947221, p. 7.
[2] Shi, Y. y Ye, M. (2016) Responsible leadership: review and prospects. American Journal of Industrial and Business Management, 6(8), 877-884. https://doi.org/10.4236/ajibm.2016.68083, p. 878.
[3] Atkins, B. (2015). Corporate social responsibility: a strategy for sustainable business success. The Guardian. https://www.theguardian.com/sustainable-business/2015/nov/09/corporate-social-responsibilty-strategy-sustainable-business
[4] Porter, M. E. y Kramer, M. R. (2011). Creating shared value. Harvard Business Review, 89(1/2), 62-77. https://hbr.org/2011/01/the-big-idea-creating-shared-value
[5] Edmans, A. (2012). The link between job satisfaction and firm value, with implications for corporate social responsibility. Academy of Management Perspectives, 26(4), 1-19. https://doi.org/10.5465/amp.2012.0046
[6] Lorenzo, R., Voigt, N., Tsusaka, M., Krentz, M. y Abouzahr, K. (2018). How diverse leadership teams boost innovation. Boston Consulting Group. https://www.bcg.com/publications/2018/how-diverse-leadership-teams-boost-innovation
[7] Clark, G. L., Feiner, A. y Viehs, M. (2014). From the stockholder to the stakeholder: how sustainability can drive financial outperformance. University of Oxford-Arabesque Partners. https://www.smithschool.ox.ac.uk/sites/default/files/2022-03/SSEE_Arabesque_Paper_16Sept14.pdf
[8] Collier, J. y Esteban, R. (2007). Corporate social responsibility and employee commitment. Business Ethics: A European Review, 16(1), 19-33. https://doi.org/10.1111/j.1467-8608.2006.00466.x
[9] Choi, J. y Wang, H. 2009. Stakeholder relations and the persistence of corporate financial performance. Strategic Management Journal, 30(8), 895-907. https://doi.org/10.1002/smj.759
[10] European Comission. (s. f.). Overview of sustainable finance. https://finance.ec.europa.eu/sustainable-finance/overview-sustainable-finance_en
[11] European Comission. (s. f.). Just Transition Fund. https://commission.europa.eu/funding-tenders/find-funding/eu-funding-programmes/just-transition-fund_en
[12] GSIR (2018). Global Sustainable Investment Review 2018. http://www.gsi-alliance.org/wp-content/uploads/2019/06/GSIR_Review2018F.pdf
GSIR (2020). Global Sustainable Investment Review 2020. https://www.gsi-alliance.org/wp-content/uploads/2021/08/GSIR-20201.pdf