Toda tasa tiene su final

792
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Luego de cincuenta años de uso, la tasa de interés Libor dejará de ser el marcador de referencia de los contratos financieros en el ámbito internacional. Su sustituto será conocido con el nombre de SOFR y comenzará a aplicarse en el sistema bancario estadounidense a partir de enero de 2022.


La tasa de oferta interbancaria de Londres, conocida como Libor por sus siglas en inglés, es una familia de tasas de interés que abarca cinco monedas y horizontes de inversión de hasta treinta años. La tasa Libor fue el gran referente global para calcular los rendimientos de operaciones empresariales (activas y pasivas) desde principios de los años setenta del siglo XX.

Este indicador se calcula a partir de una previsión que hacen 18 bancos ingleses de lo que les costaría pedir dinero prestado a sus pares en operaciones sin colaterales. Dado que se basa en expectativas y no en transacciones reales, el cálculo deja abierta la posibilidad de que los bancos que contribuyen a fijar la tasa se pongan de acuerdo y lo manipulen para su beneficio.

En una serie de escándalos que comenzaron en 2008 durante la crisis financiera internacional, se dice que el alza continúa de la tasa Libor condujo a exacerbar los problemas de liquidez del sistema. El proceso culminó en 2012, cuando se descubrió la existencia de un esquema generalizado y recurrente entre varios bancos, incluidos Barclays, Deutsche Bank, Rabobank, UBS y el Royal Bank of Scotland, para manipular la tasa Libor con fines de lucro.

El descredito de la tasa Libor obligó a varios países a desarrollar indicadores sustitutos que resolviesen los problemas de transparencia del sistema vigente de fijación de tasas de interés para una enorme variedad de productos financieros. En el caso particular de Estados Unidos, la Reserva Federal asignó al Comité de Tasas de Referencia Alternativas la tarea de encontrar un indicador para sustituir la tasa Libor; la propuesta fue crear la tasa de financiación garantizada a un día (SOFR, por sus siglas en inglés).

La SOFR, a diferencia de la Libor, se calcula a partir de transacciones reales en el llamado mercado de acuerdos de recompra (repo market): quienes necesitan dinero venden a una institución financiera un título de renta fija con la obligación de recomprarlo al día siguiente. La diferencia entre el precio al cual vende el solicitante de fondos y al cual posteriormente recompra el título financiero es de facto una tasa de interés.

Los reguladores requieren que, a partir de enero de 2022, todas las operaciones crediticias que tradicionalmente usaban la tasa Libor como referente empiecen a utilizar la SOFR. Para junio de 2023 no habrá contratos de préstamos vinculados a Libor, lo que implicará realizar ajustes en operaciones crediticias que nacieron con este referente.

Los primeros contratos de crédito basados en la SOFR se firmaron en septiembre de 2021 y se espera —a medida que se acerque el fin del año— una enorme presión para sustituir la tasa Libor en los contratos que se vencerán en los próximos años. Como la Libor es mayor que la SOFR, el Comité de Tasas de Referencia Alternativas recomienda añadir a la primera una pequeña prima para nivelar cualquier diferencia de costos.

Esperemos que el proceso de sustitución de tasas de interés ocurra en los mejores términos posibles. La lección para reguladores y legisladores se asocia al problema de conflicto de intereses. El famoso Murphy diría: cuando existe la posibilidad de que surja un conflicto de interés, surgirá.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

Suscríbase al boletín de novedades aquí.