Turimiquire: el rescate de una infraestructura vital para el oriente del país

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Embalse Turimiquire (estado Sucre, Venezuela).

Una de las presas del sistema de suministro de agua de Turimiquire en la cuenca alta del río Neverí sufre filtraciones que se han agravado por más de tres décadas. Es necesario bajar el nivel del embalse y emprender obras estructurales de gran calado para garantizar la estabilidad estructural de la presa y el suministro de agua potable a Barcelona, Puerto La Cruz y la isla de Margarita.


El embalse de Turimiquire es la infraestructura clave de uno de los sistemas de abastecimiento de agua potable más importantes de Venezuela. Fue diseñado para servir al eje Barcelona-Puerto La Cruz y a la isla de Margarita, uno de los polos turísticos más relevantes del país.

Por capacidad de suministro, Turimiquire regula un caudal superior al del embalse de Camatagua, el más grande de la región central de Venezuela. De manera que tiene una importancia estratégica para todo el oriente del país.

El ingeniero Rafael Guevara Briceño —ingeniero civil de la Universidad Católica Andrés Bello, con maestría en Hidráulica de la Universidad Stanford, Estados Unidos, y con una amplia experiencia en la gestión de infraestructuras hídricas—, explicó al grupo de asistentes a una conferencia virtual organizada por el IESA:

El embalse Turimiquire regula las aguas del río Neverí, en la serranía de Turimiquire, en la región nororiental de Venezuela. Este embalse se puso en operación en 1988, luego de que el túnel de trasvase se terminara en 1983. El problema es que ha venido teniendo filtraciones importantes durante los últimos treinta años, a pesar de que se han hecho ocho intervenciones para tratar de resolver esta grave situación.

La capacidad por diseño de almacenamiento del embalse, construido a 328,8 metros sobre el nivel del mar, es de 424 millones de metros cúbicos de agua, con un caudal regulado de 21 metros cúbicos por segundo.

El sistema se complementa con la presa Las Canaletas y una planta de potabilización, construida a 172 metros sobre el nivel del mar, con capacidad de diseño para tratar 15 metros cúbicos por segundo (el proyecto original se modificó, y la planta de potabilización solo emplea una parte de su capacidad, exclusivamente para las aguas que se destinan a Cumaná y la isla de Margarita). Además, no se construyó la aducción prevista para surtir directamente a Barcelona, por lo que el agua que recibe la capital del estado Anzoátegui se trata en otra planta.

 

La estructura del sistema

Del embalse Turimiquire, que se surte del río Neverí, parten tres sistemas de suministro: uno para el eje Barcelona-Puerto La Cruz, con capacidad nominal de 4,5 metros cúbicos por segundo, y una línea de suministro superficial a Margarita, cuya extensión es de 34 kilómetros, que tiene una capacidad de 3.500 litros por segundo y se complementa con dos tuberías submarinas de 35 kilómetros, para surtir una capacidad nominal de 1.750 litros por segundo; pero, como indica Guevara Briceño, envía efectivamente 1.600 litros por segundo.

En el sistema hay dos presas: Las Canalitas, tipo CFRD de enrocado con pantalla de cemento, con un área de 52.000 metros cuadrados y un volumen de 4,5 millones de metros cúbicos, y más al sur queda la presa de Algarrobo, de tierra zonificada, para un volumen de 3,7 millones de metros cúbicos.

Las filtraciones: un lastre histórico

Precisamente en la presa Las Canalitas han ocurrido filtraciones que han significado importantes pérdidas de caudal y, además, han afectado la infraestructura. Esta situación constituye un riesgo grave para el sistema que surte a la parte más poblada del oriente venezolano. Según Guevara Briceño,

esta obra tiene una buena calidad de construcción, porque se mantiene aunque sufre una gran cantidad de filtraciones. Estas filtraciones han llegado a 9.000 litros por segundo, son importantes; de hecho, estas fugas equivalen a más de la mitad del caudal que recibe hoy Caracas y lo que debería recibir una ciudad de alrededor de dos millones de habitantes. Este volumen de agua tiene más de treinta años atravesando el enrocado de la presa, lo que genera un efecto no positivo para las poblaciones que se surten de Turimiquire. Es importante que se le preste atención a este problema, porque se puede hacer más grave. Esperemos que no haya un colapso en la presa por las filtraciones.

 

Ocho intervenciones

Durante más de treinta años se han hecho ocho intervenciones importantes para tratar de resolver este problema, con un gasto del orden de los cincuenta millones de dólares, exactamente la mitad de la inversión total en la presa, que se calcula en unos cien millones de dólares.

Las filtraciones comenzaron en 1990, con una pérdida de 300 litros por segundo, y han aumentado progresivamente hasta los 9.000 litros por segundo. La respuesta ha sido reactiva y limitada, con obras de ingeniería de ejecución adecuada, pero no han sido más que paliativos capaces de reducir las filtraciones por períodos cortos. Pero el problema reaparece de manera recurrente. Como recuerda Guevara,

se hicieron reparaciones con arena y grava con una granometría que recomendó el doctor Barry Cook, un experto internacional en este tipo de estructuras. Hay que subrayar que todo esto se hizo bajo el agua, por lo que hubo que buscar unas balsas en Guri. El material se fue metiendo gradualmente y se redujo la filtración a 600 litros por segundo. El trabajo quedó a medias, porque al Ministerio del Ambiente se le agotó el presupuesto. Una inversión adicional hubiese sido oportuna y eficaz.

En 2008, el Gobierno venezolano contrató a la empresa suiza Carpi, que patentó un sistema de impermeabilización de enrocado con pantalla, con geomembranas de PVC y otros materiales. La compañía comenzó a trabajar y terminó la primera fase de la reparación en julio de 2011, que cubrió 10.105 metros cuadrados de losa de la presa y, como consecuencia, las filtraciones se redujeron a 2.117 litros por segundo con una inversión de unos treinta millones de dólares.

«Como siguen las filtraciones se acuerda una fase dos y, en agosto de 2017 se concluye esa parte. Se cubrieron 2.818 metros cuadrados de losa y particularmente en la zona más crítica se cubren 93 metros cuadrados en la cota 260. El costo fue siete millones de dólares», añade Guevara. Sin embargo, el problema se agravó y las filtraciones volvieron a escalar hasta aproximadamente 6.000 litros por segundo, porque en la zona más crítica se usaron otros materiales y se detectaron cráteres importantes; se confirma así que este método de reparación no atendía la verdadera causa del problema y, en consecuencia, no resultó eficaz a la luz de los resultados.

Según la opinión de Guevara Briceño, aparte de la complejidad intrínseca de los trabajos, el problema es que las obras se han hecho bajo el agua sin reducir suficientemente el nivel del embalse. En consecuencia, la zona en reparación se encuentra a más de cincuenta metros de profundidad, lo que hace casi imposible una reparación adecuada del área de falla. Esto implica grandes complicaciones técnicas adicionales.

 

La solución: bajar el embalse

Para Guevara, la única solución estructural del problema consiste en reducir el nivel de agua en la presa. Habría que comenzar el vaciado, que puede tardar un año, mientras que las reparaciones necesarias requerirían otro año adicional para recomenzar el llenado.

La situación reviste carácter urgente porque la estructura puede registrar un colapso mayor y comprometer el suministro de agua, sobre todo a Margarita. De aprobarse este calendario de obras, el eje Barcelona-Puerto La Cruz cuenta con opciones para enfrentar la contingencia, de manera que el reto es cómo mantener el suministro hacia Margarita.

Es necesario establecer una demanda de contingencia para Nueva Esparta, que puede ubicarse en 950 litros por segundo, durante seis u ocho meses, aunque la demanda no contingente, si nos atenemos a un consumo promedio de 250 litros por día por persona, llegaría a 1.600 litros por segundo.

La propuesta es reducir el consumo por persona a 150 litros por día. Habría que hacer una masiva e intensa campaña de concientización sobre la necesidad de resolver el problema del sistema Turimiquire, para que la isla cuente con un servicio de agua suficiente y estable.

¿Cómo se abastecería Margarita durante la contingencia? Previamente habría que optimizar el funcionamiento de los sistemas de suministro submarino, que operan a poco más de cincuenta por ciento de capacidad instalada. «Contar con esa conexión sería ideal, porque daría capacidad de sobra para trabajar en Turimiquire», dice Guevara Briceño. En especial se deberá reforzar y reparar el sistema Cariaco-Margarita, que también opera por gravedad desde el embalse de Clavellinos en el estado Sucre y es complementario al sistema Turimiquire para el abastecimiento de Margarita.

Igualmente habría que recurrir a plantas desalinizadoras porque, de hecho, el gobierno tiene 29 plantas relativamente nuevas en Margarita.

Tenemos información de que no están en operación, porque el Estado no las ha querido recibir por costos de combustibles y mantenimiento. Pero hay muchas plantas en funcionamiento del sector privado. Mi estimación es que se pueden activar cincuenta plantas privadas, que pueden suministrar 400 litros por segundo para manejar la contingencia.

Habría que revisar también la situación de los tres embalses que existen en Nueva Esparta —San Juan, Guatamare y La Asunción— que fueron construidos para abastecer, de forma consolidada, 325 litros por segundo. «Pero no se sabe en qué condiciones están y habría que rehabilitar lo que se pueda», apunta Guevara Briceño.

Poner el sistema Turimiquire en óptimo funcionamiento es una tarea costosa y compleja. Pero lo cierto es que, mientras no se hagan las reparaciones estructurales, el suministro de agua potable a las zonas más pobladas del oriente del país está en permanente riesgo.


Érika Hidalgo López, periodista.