Venezuela impacta: transformación en un mundo en pospandemia

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Ilustración: K. J. Pargeter / Freepik

El enfoque de la economía de triple impacto propicia una transformación radical del sistema productivo de una localidad, región o país, mediante la adopción de políticas de desarrollo comercial, industrial y de servicios, con repercusiones favorables y simultáneas en tres dimensiones clave de la experiencia humana: social, ambiental y económica.


La necesidad de una economía de triple impacto —social, ambiental y económico— cobró mayor urgencia a raíz de la pandemia de la covid-19 que, aparte de miedo y numerosas muertes, desnudó la extrema vulnerabilidad de sociedades con niveles insostenibles de desigualdad, cuyos destinos se encuentran interconectados por circuitos comerciales y financieros precarios y asimétricos. Las complejas consecuencias de la pandemia escapan de las previsiones estipuladas en las regulaciones de los Estados nacionales.

Las circunstancias actuales estimulan intentos por concebir nuevos paradigmas civilizatorios, que brinden también respuestas contundentes a los desafíos planteados por el cambio climático. Uno de los principales preconizadores del paradigma de la economía de triple impacto es el Movimiento B Global, marco de la iniciativa denominada Sistema B, consistente en la promoción de empresas y organizaciones dedicadas a construir un sistema económico y productivo que vaya más allá de la obtención de beneficios para los propietarios y accionistas, para contribuir al bienestar de las personas, las sociedades y el ambiente. Desde el año 2012 se han fundado diez sistemas B nacionales, un sistema B internacional, ocho comunidades B locales y una comunidad de más de 500 empresas B en Latinoamérica. Esta constelación empresarial factura más de 5.000 millones de dólares anuales.

En 2020 la Comunidad B Venezuela, en alianza con Athena-Laboratorio para el Cambio Social, Sistema B Colombia y el apoyo de la Universidad de Los Andes y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC), acometió el primer estudio nacional para identificar opciones para el impulso de una economía de triple impacto en Venezuela. El objetivo primordial consiste en presentar una hoja de ruta que allane el camino hacia una economía de triple impacto que sirva de terreno abonado para la aparición de emprendimientos sustentables.

La pandemia revela la insostenibilidad del mundo actual

La covid-19 remueve la conciencia de los actores sociales, políticos y económicos, y constituye una alerta de la necesidad de replantear las relaciones con los sistemas naturales de los que depende la vida humana. Obliga a poner la lupa sobre la inviabilidad de un modelo productivo basado en la extracción de los recursos de la Tierra, e invita a reflexionar acerca de la conveniencia social de procurar el bienestar de las clases desfavorecidas, la promoción de un nuevo marco ético y moral para las prácticas del sistema capitalista, el surgimiento de una espiritualidad que no reniegue de la abundancia y la conciba en la base de formas de iniciativa empresarial signadas por la cooperación y la resiliencia ante un mundo volátil, complejo, incierto, ambiguo.

Al efecto covid-19 Venezuela debe añadir las dramáticas repercusiones de la emergencia humanitaria compleja que la martiriza: recesión prolongada con hiperinflación, deterioro radical de los servicios públicos, deslegitimación institucional e irrespeto sistemático de los derechos humanos. Tal conjunto de males dificulta el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por la Organización de las Naciones Unidas para el año 2030. Sin embargo, lo trágico del presente no puede servir de excusa para que investigadores y estudiosos se abstengan de reflexionar acerca de las claves para reconstruir la economía venezolana.

Un organismo vivo: el ecosistema de emprendimiento en Venezuela

Ante la complejidad del contexto venezolano, la realización de un estudio para caracterizar las capacidades y oportunidades para la implantación de una economía de triple impacto en Venezuela podría despacharse como utópico. Abundan informes y documentos académicos que revelan datos e indicadores de una situación catastrófica. Ahora bien, la reconstrucción de la economía venezolana puede surgir del mismo modo como lo hace un organismo vivo: a partir de conjunciones y reacomodos de numerosas células y subsistemas…

Si se toma como punto de partida para el análisis histórico el surgimiento de la democracia, en 1958, puede encontrarse que, a las modalidades tradicionales de empresas, la ciudadanía añadió cuatro importantes variantes en sus mecanismos espontáneos de asociación e iniciativa económica: 1) cooperativas, 2) economía solidaria, 3) emprendimiento social y 4) emprendimiento de base tecnológica. Todas ellas fueron apoyadas en distintos momentos por medidas enfocadas en la formación de base (por ejemplo, los programas de formación de emprendedores en zonas populares o rurales a partir de la noción de «medios de vida») y la identificación de los mejores modos de gestión con aportes académicos (universidades, centros de innovación y emprendimiento, y escuelas de gerencia) y de sabiduría empírica (parques tecnológicos, incubadoras y aceleradoras de negocios). También hubo variadas iniciativas de capital de inversión para emprendimientos, que la mayoría de las veces se ciñeron al patrón de concentración demográfica en las áreas urbanas y conurbanas de los 72 municipios de las 10 principales ciudades del país.

La investigación impulsada por la Comunidad B Venezuela comprobó la existencia de una brecha intergeneracional notable en la percepción del fenómeno emprendedor. Las respuestas de los más jóvenes revelan un desconocimiento profundo de la historia, los avances y las vicisitudes de las empresas venezolanas; pero se destaca su interés en las tendencias globales y regionales que brindan soporte y justificación al modelo económico de triple impacto y la sostenibilidad ambiental. Entre los mayores se consiguen sentimientos de apego y nostalgia por el pasado, cuya idealización constituye una suerte de gríngola que impide identificar las oportunidades que Venezuela aún tiene en el contexto económico y comercial regional.

Es imprescindible que los venezolanos tomen conciencia del papel dinamizador que tienen los emprendedores para la reconstrucción del sistema económico nacional

Otro resultado de la investigación es la identificación de un ecosistema persistente de emprendimiento e iniciativas comerciales, que cuenta ya con décadas de operatividad y arroja señales de articulación en cadenas de valor, cuya complejidad se ve limitada por la situación del parque industrial. En cuanto al perfil del emprendedor venezolano cuatro rasgos lo configuran: 1) foco estratégico en la gerencia del emprendimiento y el mejoramiento de los impactos en las dimensiones social, económica y ambiental; 2) visión sistémica y de largo plazo; 3) valoración del entorno de negocios y de los actores claves; y 4) conocimiento intuitivo de los pilares que sustentan un modelo de economía de triple impacto.

Una visión, dos agendas

Toda acción colectiva de naturaleza disruptiva e innovadora requiere espacios de convergencia, así como la revitalización de los lazos de confianza entre los integrantes de una sociedad, entre actores de las esferas pública y privada. La tarea es identificar aquellos principios y valores generales que por su amplitud sirvan de argamasa a las diferentes iniciativas de emprendimiento, y las dote de un sentido que trascienda el ámbito de intereses de sus propietarios o accionistas.

Es necesario estudiar las barreras que represan el instinto de vida del ecosistema de emprendimiento, y lo limitan al gueto del subsistema económico marginal u opcional. Es imprescindible que los venezolanos tomen conciencia del papel dinamizador que tienen los emprendedores para la reconstrucción del sistema económico nacional.

El estudio organizado por la Comunidad B Venezuela identifica las barreras que constriñen el ecosistema emprendedor, pero también detecta los puntos que debe tener la agenda estratégica de investigación-acción para una economía venezolana de triple impacto. De tales hallazgos surgen unos aspectos que, debidamente imbricados, pueden constituir una propuesta de futuro que…

  1. Plantee una visión compartida del desarrollo sostenible: la nueva economía global y local para Venezuela.
  2. Impulse una nueva cultura del trabajo, basada en la innovación de los ciudadanos. El sector de emprendimiento se fortalece en comunidad. Los emprendedores y empresarios son la punta de lanza de negocios exitosos (pequeños, medianos y grandes), que aportan soluciones efectivas en lo social, lo ambiental y lo económico.
  3. Requiera el diseño y el desarrollo de una estrategia de «marca país», con productos de exportación reconocibles mundialmente.
  4. Exija una estrategia de cooperación a partir de diversas modalidades de capitalización (inversión de impacto, fondos multicooperantes, donantes individuales, aportes de la diáspora) con mecanismos financieros y no financieros que aporten el dinero necesario para la reactivación económica.
  5. Acompañe la actividad económica con un debate amplio e ilustrado acerca de regulaciones y políticas públicas acordes con el ejercicio del emprendimiento. El emprendedor no es un enemigo del sistema ni un explotador del pueblo.
  6. Contribuya a la reconstrucción institucional de una Venezuela próspera, inclusiva y solidaria.

La agenda estratégica, derivada de las conclusiones del estudio organizado por Comunidad B Venezuela, hace consideraciones a partir de actores clave, indicadores estratégicos y productos de investigación requeridos para la «Agenda de investigación-acción para el emprendimiento y la inversión de impacto/triple impacto»:

  • Acción 1: Sensibilizar y formar a los agentes del conocimiento, organizaciones del tercer sector, actores internacionales (financieros y no financieros), líderes de opinión y periodistas. Evaluar la formación impartida en centros educativos venezolanos en temas de emprendimiento y gestión. Identificar capacidades y potencialidades para la enseñanza del emprendimiento de impacto/triple impacto. Desarrollar programas de sensibilización y formación de emprendedores de impacto y actores vinculados al ecosistema.
  • Acción 2: Crear las condiciones necesarias para cultivar las cualidades y habilidades de mujeres y hombres emprendedores, con especial énfasis en la resiliencia y la creación de futuros emergentes. Crear un observatorio nacional de emprendimiento e inversión de impacto, que recopile y analice información a partir de nociones como complejidad económica, desarrollo sostenible y perfil psicosocial del emprendedor. Formar tres observatorios regionales (occidente, oriente y sur). Hacer seguimiento de las organizaciones del tercer sector, las comunidades y las cadenas de valor productivas.
  • Acción 3: Promover la investigación y el intercambio de conocimiento, así como la profundización y la apropiación de las tendencias de la sociedad global. Debatir acerca de las características de la nueva economía. Formar una red de conocimiento que combine investigación, formación y divulgación en economías emergentes. Sistematizar la información acerca de las capacidades de gestión de conocimiento de la diáspora venezolana para el emprendimiento y la inversión de impacto/triple impacto. Crear un laboratorio de sistematización y visibilización de buenas prácticas y lecciones aprendidas en emprendimientos de impacto. Evaluar el Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación. Diseñar una estrategia de «marca país» para los emprendimientos venezolanos dentro y fuera del territorio.
  • Acción 4: Activar y articular esfuerzos, desde una perspectiva sistémica, para documentar, divisar, fundamentar y facilitar caminos que posibiliten el acceso a recursos de inversión de impacto y de cooperación en el país. Establecer un fondo regional de cooperación para el financiamiento de programas de investigación-acción.
  • Acción 5: Fomentar alianzas público-privadas que incentiven y fortalezcan el ecosistema de emprendimiento. Recopilar un banco de datos sobre experiencias exitosas y lecciones aprendidas en alianzas público-privadas para el emprendimiento y la inversión de impacto/triple impacto.

Guayana Páez-Acosta, fundadora y directora ejecutiva de Athena-Laboratorio para el Cambio Social. Impulsora de la Comunidad B Venezuela. Carlos Delgado-Flores, miembro del círculo de conocimiento de la Comunidad B de Venezuela.

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Ficha técnica del estudio de Comunidad B Venezuela

  • Nombre del estudio: Opciones para el impulso de una economía de impacto en Venezuela, a la búsqueda de capacidades y posibilidades
  • Autores: Guayana Páez-Acosta, Carlos Delgado Flores, Loraine Giraud Herrera, Edwin Ojeda González y Félix Ríos Álvarez
  • Instituciones participantes: Comunidad B de Venezuela en coordinación con Athena-Lab for Social Change y Sistema B Colombia y con apoyo de la Universidad de los Andes (Uniandes) y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC).
  • Método: Investigación de acción participativa. Se constituyeron tres comunidades de interpretación, integradas por actores clave del ecosistema de emprendimiento: emprendedores, expertos y representantes de iniciativas de apoyo. Las comunidades participaron en un ciclo de entrevistas con informantes clave y dos talleres participativos virtuales. Los registros se sometieron a validación y análisis interpretativo para su incorporación al texto (scoping paper) y validado en un ciberseminario convocado por el IDRC y Uniandes.
  • Fecha de realización: mayo-octubre 2020. Publicación: febrero 2021.