
La caída del índice de confianza del consumidor en Estados Unidos a lo más bajo en los últimos doce años ha sido recibida con preocupación por los mercados financieros; aunque, históricamente, las caídas de la bolsa no han causado retrocesos en el gasto de los consumidores con mayores ingresos.
La importancia del consumo de las personas para el buen desenvolvimiento de la economía suele ser objeto de análisis. No es de extrañar, entonces, que la caída, el pasado mes de marzo, del índice de confianza del consumidor en Estados Unidos a lo más bajo en los últimos doce años haya sido recibida con preocupación por los mercados financieros. El índice de confianza del consumidor lo mide el Conference Board, una organización sin fines de lucro que realiza investigaciones económicas.
Este índice —basado en las perspectivas a corto plazo de los consumidores sobre los ingresos, los negocios y las condiciones del mercado laboral— bajó 9,6 puntos, para ubicarse en 65,2, muy por debajo del umbral de 80 que suele indicar una recesión inminente. Marzo de 2025 fue el cuarto mes consecutivo en el que el índice mostró una tendencia a la baja.
La forma de pensar y sentir de los ricos tiene un impacto enormemente desproporcionado en la economía estadounidense.
Por supuesto que existen consumidores de consumidores y, entre ellos, en el caso de los estadounidenses, el diez por ciento de los que cuentan con más ingresos representa casi la mitad del gasto total de consumo. Según una encuesta reciente de la Reserva Federal, este grupo controla el 87 por ciento de la propiedad accionaria en manos de los hogares.
La concentración de la riqueza en manos del uno por ciento de los más ricos se duplicó desde la pandemia de 2020 y alcanzó 18 billones de dólares a finales de 2024, debido principalmente al alza del mercado accionario estadounidense y al alza del precio de los inmuebles residenciales en este periodo. De igual manera, el valor de la cartera de acciones del siguiente 19 por ciento de los adinerados se duplicó con creces de 10,4 billones a 22,5 billones de dólares durante el mismo período.
El crecimiento de la riqueza no debe ser visto solo en términos nominales, sino también en términos reales; es decir, descontando la inflación. El S&P 500 ha subido un 5,7 por ciento en términos reales entre marzo de 2024 y marzo de 2025 debido a ganancias nominales del 8,5 por ciento menos una inflación del 2,8 por ciento. Estas cifras llevan a los economistas a suponer que la forma de pensar y sentir de los ricos tiene un impacto enormemente desproporcionado en la economía estadounidense.
Aunque la corrección bursátil del último mes afectó gravemente las cuentas de corretaje de los más adinerados, solo destruyó una porción comparativamente pequeña de sus activos totales.
Al poner la lupa sobre un sector específico dentro del grupo de los ricos, se descubre que la influencia del sector financiero en la economía real nunca ha sido mayor. La valoración agregada del mercado bursátil casi duplicó el producto interno bruto anual de Estados Unidos y, dada la concentración de su riqueza en títulos accionarios, una corrección bursátil castigaría duramente el consumo y la salud financiera de este sector se volvería una carga para la economía. Al menos, esto es lo que suponen muchos actores del mercado financiero.
Una visión compartida por muchos individuos es que, si el alza del valor de los activos durante la pandemia impulsó el auge del consumo, ¿no podría entonces, con el fin de la pandemia, una caída del mercado bursátil ocasionar una contracción del consumo de los más ricos que afecte a todo el sistema? Las señales a corto plazo no son concluyentes.
Los hogares más ricos tienen también menor elasticidad precio de la demanda y podrían ignorar la inflación derivada de los aranceles de Trump, como lo hicieron durante el repunte inflacionario de 2022.
Por un lado, otra encuesta de confianza del consumidor, la de la Universidad de Michigan, mostró que la confianza se está desplomando más rápidamente en el tercio superior de los participantes que en otros grupos. Por otro lado, aunque la corrección bursátil del último mes afectó gravemente las cuentas de corretaje de los más adinerados, solo destruyó una porción comparativamente pequeña de sus activos totales: el 2,4 por ciento para el 10 por ciento más rico y el 3 por ciento para el 0,1 por ciento más rico (después de varios años de importantes alzas en los mercados de acciones e inmobiliarios).
Pantheon Macroeconomics, una empresa proveedora de servicios de análisis macroeconómicos para la industria de la inversión, sostiene que, históricamente, las caídas de la bolsa no siempre han causado retrocesos en el gasto de los consumidores con mayores ingresos. Por ejemplo, el 20 por ciento de los hogares con mayores ingresos siguió aumentando su gasto en 2001 y 2002, a pesar de las caídas del S&P 500 del 12 y el 22 por ciento, respectivamente. Similar patrón ocurrió en el año 2022, cuando el mercado bursátil cayó un 18 por ciento.
Los hogares más ricos tienen también menor elasticidad precio de la demanda (es decir, su demanda varía poco ante el cambio de los precios) y podrían ignorar la inflación derivada de los aranceles de Trump, como lo hicieron durante el repunte inflacionario de 2022. Un retroceso del gasto de los consumidores ricos sería muy preocupante para la economía. Esto podría suceder si el mercado sufre otra caída importante. Pero, por ahora, los ricos parecen dispuestos a seguir gastando. Todo esto hace que la economía dependa aún más de los inversionistas adinerados.
Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.
Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.
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