El gran truco presupuestario del Partido Republicano

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Interior del domo del Capitolio (Washington, D. C..) Bishnu Sarangi / Pixabay

El presidente Trump aspira a que la rebaja de impuestos (que decretó en 2017 y vence a finales de 2025) se transforme en una reducción permanente. Para ello los parlamentarios republicanos disponen de un artificio contable: las políticas que afectan el presupuesto no cambiarán. La pregunta es si se atreverán a aprobar una ley inconveniente para el país y para sus reputaciones.


 

En este momento el presidente Trump aspira a que la rebaja de impuestos a empresas y personas, que decretó en el año 2017 y vence a finales de 2025, se transforme en una reducción permanente. Ello requiere que los parlamentarios republicanos muestren que la reducción no deteriorará aún más las finanzas públicas estadounidenses.

Para lograr este objetivo, los republicanos se proponen aplicar un artificio contable, que consiste en elaborar la nueva ley de presupuesto con base en la premisa de que todas las políticas que afectan los ingresos y gastos de la ley presupuestaria vigente se mantienen en un futuro; es decir, ninguna de ellas expirará.

Este «truco» les permitiría aprobar la extensión de la rebaja de impuestos del año 2017 en la Cámara de Representantes, sin cumplir los procedimientos que obligan a mostrar que su aplicación no afecta el déficit federal de manera permanente. Para sus defensores, este principio refleja mejor la realidad, porque permite mantener una política que maximiza el crecimiento y reduce los sesgos existentes tanto contra la rebaja de impuestos como a favor de la reducción del gasto.

Si los legisladores adoptan el cambio parecería, esencialmente, que extender el régimen de tasas impositivas actuales no costaría nada, en lugar de los aproximadamente cuatro billones de dólares en diez años que calculan los especialistas en presupuesto público. Los legisladores republicanos argumentan que las tasas de impuestos extendidas no deberían contabilizarse como parte del déficit fiscal, mientras que para los críticos de la maniobra, incluidos expertos del mismo partido que la propone, sería una receta para el desastre, una caja de Pandora fiscal que, una vez abierta, podría usarse para excusar recurrentemente los enormes déficits actuales.


Algunos representantes del Partido Republicano reconocen que, probablemente, no puedan permitirse extender todos los recortes de impuestos del primer gobierno de Trump.


Pero esta táctica es muy tentadora, porque resolvería la tensión existente entre los congresistas que desean complacer al presidente Trump y a los republicanos más ortodoxos, que solo aceptarían una extensión de las rebajas impositivas si a cambio se reducen gastos. Los demócratas argumentan que, si los republicanos siguen adelante con este truco, estarían rompiendo décadas de retórica antidéficit para promulgar recortes de impuestos que benefician principalmente a los ricos.

La extensión de la rebaja impositiva de 2017 y la incorporación de otras excepciones que incluyen ingresos por sobretiempo, propinas y pagos de la seguridad social totalizan 4,7 billones de dólares. ¿Qué debería hacer un político conservador en el área fiscal? Un verdadero conservador trataría de aumentar los ingresos y recortar los gastos, para reducir rápidamente el déficit y encaminar el presupuesto hacia el equilibrio. Pero esta no es la dirección que ha elegido el Partido Republicano.

La gran batalla, si es que sucede, se librará en el Senado, porque existe el mecanismo para aprobar la ley de presupuesto por mayoría simple y no con sesenta votos, conocido como «conciliación». Este mecanismo es aplicable solo cuando los proyectos de ley sometidos a la cámara cumplen estrictas reglas fiscales destinadas a reducir los déficits. Y este no es el caso.

Algunos representantes del Partido Republicano reconocen que, probablemente, no puedan permitirse extender todos los recortes de impuestos del primer gobierno de Trump y necesiten billones de dólares en recortes de gasto para que el impacto del déficit sea más llevadero; quizá un costo neto de dos billones en lugar de cuatro a cinco billones. También saben que no pueden hacer permanentes los recortes de impuestos.

Una pregunta que ocupará la atención de los politólogos, funcione o no el «truco» presupuestario, es en qué condiciones los parlamentarios republicanos se atreverán a aprobar una ley que es inconveniente tanto para el país como para sus reputaciones. De este segundo gobierno de Trump se aprenderá más de lo que se hubiera pensado.


Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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