El liderazgo convierte las ideas en acción colectiva. En organizaciones, sociedades o países las ideas lideradas con integridad producen innovación, confianza y transformación. En contextos de incertidumbre, el liderazgo de ideas es una herramienta determinante para orientar la acción social y reconstruir el futuro común.
«El liderazgo es aceptar la responsabilidad de crear condiciones que permitan a otros lograr un propósito compartido frente a la incertidumbre.», afirma Marshall Ganz, profesor de la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard y reconocido organizador y estudioso de movimientos sociales en Estados Unidos.[1] Esta visión resalta que el liderazgo no se limita a dirigir o controlar, sino que implica crear las condiciones para que un colectivo avance hacia un objetivo común, especialmente en contextos polarizados y complejos. Ganz también destaca la importancia del arte de contar historias (storytelling) como capacidad que permite acceder a los recursos morales y el coraje necesario para tomar decisiones que moldeen las identidades de individuos, comunidades y naciones.
Las ideas son el corazón del liderazgo, porque permiten articular el porqué de la acción colectiva. Las ideas entretejen los valores personales con los del equipo, para traducirlos en una acción transformadora. El liderazgo va más allá de gestionar la solución de problemas o desplegar carisma personal. Se lidera cuando se identifica una idea que vale la pena defender y se asume el riesgo de llevarla adelante junto con el equipo, aunque se desconozca todo el camino.
Líderes y equipos necesitan «crear condiciones para que la idea actúe y transforme la realidad».
El liderazgo es el ejercicio que convierte las ideas en acción colectiva. Este ejercicio será efectivo si toma en cuenta dos consideraciones:
- Una idea es un elemento abstracto y para que se convierta en semilla de posibilidades reales es esencial «poner orden interno»; es decir, hacer propias las ideas, internalizarlas, tanto el líder como su equipo. Las palabras que el colectivo utilice y el mundo emocional que los acompañe son fundamentales para que la idea, convertida ahora en propósito, se difunda con claridad y movilice con pasión a las personas.
- Líderes y equipos necesitan «crear condiciones para que la idea actúe y transforme la realidad». Para esto es necesario saber abrir espacios, construir capacidades, remover obstáculos y sostener el compromiso. Una idea poderosa logra convertirse en un proyecto colectivo de gran impacto cuando es internalizada y movilizada por personas dispuestas y preparadas para impulsarla y contextos que permitan su despliegue.
Si un líder y su equipo deciden «conquistar un mercado» o «emprender un proyecto», lo primero que necesitan hacer es revisar cómo se sienten con esa idea, con cuáles palabras dirigen la misión y cuáles emociones manifiestan.
Un equipo que inicie un proyecto con temor, ansiedad o desaliento no conseguirá definir una estrategia factible. Si bien la idea —el «desde dónde»— aporta enfoque, si no se ordena en el interior con palabras y emociones queda en el vacío. De la misma forma, si el equipo no procura el orden externo, es decir, el contexto y las condiciones externas —el cómo—, la idea no conseguirá la alineación necesaria para operar en el mundo. El pensamiento, la palabra, la emoción y la acción se ordenan.
Los grandes líderes movilizan no solo personas, sino también, en el fondo, ideas que transforman la historia.
El fin último del liderazgo responsable es hacer el bien: la responsabilidad ética. La historia muestra muchos ejemplos de ideas que se utilizaron para destruir. También ofrece sobrados ejemplos de liderazgos con ideas para construir mejores futuros.
Cuando se estudian las vidas de los grandes líderes de la historia se puede llegar a la conclusión de que «detrás de todo gran líder hay una gran idea». Los grandes líderes movilizan no solo personas, sino también, en el fondo, ideas que transforman la historia. Parte de la estrategia que encarna el liderazgo está en tener presente y bien claro cuáles son esas ideas directrices.
Abraham Lincoln luchó contra la esclavitud durante la Guerra de Secesión con una idea clara: la República americana debe permanecer unida y fundada en la libertad humana. Mahatma Gandhi, por su parte, creyó que la resistencia pacífica, guiada por la verdad y la dignidad humana, podía derribar imperios.
En un momento más contemporáneo, Jacinda Ardern, quien fuera primera ministra de Nueva Zelanda durante la pandemia, aclamada y respetada por las decisiones de su equipo durante ese período, encarnó la idea de que un liderazgo empático y firme realmente conecta con la gente y responde con integridad en momentos de crisis.
Precisamente en momentos de crisis, sobre todo en un país en crisis, es necesario no solo gestionar las consecuencias, sino también entender las ideas, visiones, decisiones y conductas que las ocasionaron. Más importante aún es reconocer y promover ideas que devuelvan la esperanza, reconstruyan el tejido social e impulsen un futuro de prosperidad. Ese es el papel irremplazable del liderazgo: identificar, internalizar y movilizar ideas de cambio. En tiempos de incertidumbre ese puede ser el punto de partida: líderes comprometidos que conduzcan a una transformación colectiva.
Claudia Álvarez-Ortiz, profesora del IESA / @claudia.alvarez2020 / claudia.alvarez@iesa.edu.ve
Nota
[1] Ganz, M. (2010): Leading change: leadership, organization and social movements. En N. Nohria y R. Khurana (eds.), Handbook of leadership theory and practice (pp. 527-568). Harvard Business Publishing, p. 527.