La urgencia de diversificar el financiamiento universitario en Venezuela

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Pasillos del Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela / Wikimedia Commons

La crisis del financiamiento universitario exige la búsqueda activa de recursos más allá del presupuesto estatal. Donaciones de egresados y aliados, creación de fideicomisos, alianzas con empresas y un gobierno universitario transparente y eficaz son condiciones esenciales para garantizar la continuidad, la calidad y la equidad de la educación superior en el país.


 

El financiamiento de las universidades venezolanas atraviesa una etapa crítica, reflejo de la profunda crisis que afecta a la educación superior en América Latina. Años de restricciones presupuestarias, deterioro de servicios y pérdida de talento han reducido la capacidad institucional para formar nuevas generaciones, crear conocimiento y servir a la sociedad. En este contexto, diversificar las fuentes de financiamiento universitario es no solo una cuestión contable, sino un imperativo estratégico para la supervivencia y el desarrollo del sistema.


Toda estrategia de diversificación debe sustentarse en una gobernanza universitaria basada en la participación de los distintos actores universitarios.

Recientes informes internacionales muestran las tensiones y desafíos del sector universitario, debido a la insuficiencia de los recursos públicos y el crecimiento de opciones privadas ante la incapacidad estatal para sostenerlo. Más allá de la dicotomía entre lo público y lo privado, depender casi exclusivamente de financiamiento estatal coloca a las universidades en una posición vulnerable frente a los vaivenes económicos y políticos. La sostenibilidad y la innovación requieren una estructura de ingresos plural, capaz de resistir crisis externas y fortalecer la autonomía institucional.

Una vía esencial para fortalecer el financiamiento universitario es la captación de donaciones de egresados, allegados y aliados estratégicos. Las grandes universidades del mundo han construido redes sólidas de exalumnos que contribuyen no solo con apoyo financiero, sino también con conocimiento, oportunidades laborales y prestigio institucional. En Venezuela urge consolidar políticas y mecanismos que faciliten la participación de egresados y benefactores, y promuevan una cultura de retribución y compromiso con la educación recibida. La creación de campañas de donación, fondos de becas y programas de reconocimiento puede incentivar la participación de la diáspora venezolana y de actores privados dispuestos a invertir en el futuro del país. La transparencia y el impacto tangible de las donaciones son esenciales para mantener la confianza y la continuidad de este apoyo.


Una fuente clave de recursos reside en el desarrollo de estudios, asesorías e investigaciones de interés para empresas, organismos públicos y privados, y organizaciones de la sociedad civil.

El establecimiento de fideicomisos universitarios es una herramienta financiera de gran potencial. Estos mecanismos permiten separar los fondos donados del presupuesto ordinario y gestionar de manera autónoma recursos destinados a proyectos específicos, becas, infraestructura o investigación; así se garantiza su uso ante contingencias presupuestarias. Los fideicomisos ofrecen transparencia, rendición de cuentas y posibilidad de atraer inversiones a largo plazo, e inspiran confianza tanto en donantes como en aliados institucionales. La formación de comités de seguimiento y auditoría, con participación de representantes institucionales y de la sociedad civil, contribuiría a consolidar una cultura de integridad y corresponsabilidad. Experiencias en países vecinos muestran que los fideicomisos pueden convertirse en motores de innovación y calidad: facilitan la ejecución de iniciativas que de otro modo quedarían atrapadas por la insuficiencia presupuestaria estatal.


Es fundamental preservar la autonomía académica y evitar que la presión de agentes externos desvirtúe los fines sustantivos de la universidad.

Otra fuente clave de recursos reside en el desarrollo de estudios, asesorías e investigaciones de interés para empresas, organismos públicos y privados, y organizaciones de la sociedad civil. Este vínculo permite a la universidad insertarse en el tejido productivo y social, aportar soluciones a problemas reales y obtener ingresos alternativos. La promoción de laboratorios de innovación, centros de transferencia tecnológica y servicios de consultoría académica puede abrir nuevas oportunidades de financiamiento y estimular la pertinencia de la oferta universitaria. Además, este enfoque fortalece la empleabilidad de los egresados y la reputación institucional. Es fundamental, sin embargo, preservar la autonomía académica y evitar que la presión de agentes externos desvirtúe los fines sustantivos de la universidad. La integración de consejos asesores mixtos y la definición de políticas claras para la aceptación y el uso de fondos externos ayudarán a resguardar los principios de pluralismo y libertad intelectual.

Diversificar las fuentes de financiamiento exige un cambio profundo en la gestión universitaria. Es necesario adoptar una cultura orientada a la procura activa de recursos, la planificación estratégica, el control interno, la evaluación de resultados y la rigurosa rendición de cuentas. La transparencia en el manejo de fondos, la publicación periódica de informes y la implementación de auditorías externas responden a la demanda social de integridad, generan confianza y constituyen un requisito para acceder a nuevos apoyos y alianzas.

Toda estrategia de diversificación debe sustentarse en una gobernanza universitaria basada en la participación de los distintos actores universitarios —profesores, estudiantes, personal administrativo, egresados y aliados externos— que asegure transparencia y toma de decisiones fundamentada en criterios compartidos y diagnósticos rigurosos. La inclusión de diversos sectores de la comunidad y de la sociedad en los órganos de gobierno fortalece la legitimidad y la eficacia de las políticas adoptadas, y permite orientar los recursos hacia prioridades estratégicas y responder de forma flexible a los retos cambiantes del entorno.

Venezuela enfrenta un reto histórico: preservar y transformar su educación superior en un entorno de enormes restricciones. Diversificar los ingresos, establecer fideicomisos y alianzas, fortalecer la rendición de cuentas y un gobierno transparente no son opciones, sino necesidades urgentes y estratégicas. Solo así las universidades podrán seguir cumpliendo su misión de formar, investigar y servir al país en las próximas décadas.


Benjamín Scharifker, exrector de las universidades Simón Bolívar (2005-2009) y Metropolitana (2011-2021).