Unión Europea, mercados fragmentados

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Fabian Kühne en Unsplash

Lograr que los mercados de capitales de la Unión Europea sean más profundos e integrados: este es el objetivo de la presidenta Ursula von der Leyen. Así crecería la oferta de títulos financieros que podrían ocupar parte del papel estelar que hoy tienen los instrumentos denominados en dólares.


 

Tener mercados de capitales profundos e integrados en la Unión Europea, reducir su fragmentación e incrementar la participación de pequeños inversionistas en el financiamiento de las empresas aliviarían los problemas de racionamiento de capital.

Este año la Comisión Europea lanzó la iniciativa «Unión del Ahorro y la Inversión», destinada a movilizar el gran volumen de ahorro de los hogares de la UE y canalizarlo de forma más eficaz hacia inversiones productivas. Las propuestas incluyen simplificar el proceso para titularizar activos, desarrollar un régimen de bancarrota común a los 27 países de la UE y centralizar la regulación del sistema financiero, lo que traería consigo la llamada unión bancaria.

La emisión anual de productos titularizados en la UE se situó en un 0,3 por ciento del PIB en 2022, en comparación con el 4 por ciento de Estados Unidos, donde entidades respaldadas por el gobierno, como Fannie Mae y Freddie Mac, empaquetan en productos de inversión miles de millones de dólares en préstamos hipotecarios otorgados por bancos comerciales. Uno de los principales problemas que enfrenta el mercado de capitales europeo es que las empresas no tienen incentivos para inscribir sus acciones en las bolsas nacionales: prefieren el mercado estadounidense, que es mucho más profundo.


Las empresas europeas obtienen solo un tercio de la financiación en los mercados de capitales de la UE, mucho menos que sus homólogas estadounidenses.


Europa tiene un nivel de ahorro alto que no termina de canalizarse hacia las empresas locales con instrumentos de renta fija y variable, debido a la estructura fragmentada de su mercado de capitales, en el que coexiste una serie de bolsas de valores nacionales cada una con sus normas, organismos reguladores y culturas de inversión. No es posible tener un mercado de capitales eficiente con la diversidad de reglas de juego que coexisten en el seno de los 27 países miembros.

La propuesta de desarrollar un mercado de capitales europeo unificado tiene más de una década bajo la consideración de los países miembros de la Unión. Aunque se ha logrado cierta homogenización en la elaboración de prospectos y en la exigencia de requisitos para que las empresas de menor tamaño se inscriban en las bolsas de valores, todavía las empresas dependen del financiamiento bancario. Lo consideran menos engorroso, aunque los bancos no pueden atender la demanda de financiamiento que no calza en los parámetros de crédito convencionales.

Las empresas europeas obtienen solo un tercio de la financiación en los mercados de capitales de la UE, mucho menos que sus homólogas estadounidenses, y los flujos de inversión entre los Estados miembros siguen siendo desiguales. Los escépticos afirman que, incluso con reformas en áreas específicas, será difícil fomentar una cultura de renta variable al estilo estadounidense, en un continente donde los generosos sistemas de salud y pensiones han eliminado en gran medida el incentivo para que los ciudadanos inviertan en activos de mayor riesgo.


El éxito de Suecia pone de manifiesto no solo las posibilidades del continente, sino también el gran camino por recorrer para otros países de la eurozona.


El gobierno chino se preocupa porque los ciudadanos consumen muy por debajo de sus capacidades económicas, debido a que no creen en la capacidad de la red de seguridad social de proveerles salud, educación y retiro. Tratan de cubrir esas necesidades invirtiendo intensamente en inmuebles residenciales e instrumentos de oferta pública de renta fija y variable. Este no es el caso de los europeos, con excepción de Suecia, donde hay una cultura muy enraizada de inversión en los mercados de capitales. El éxito de Suecia pone de manifiesto no solo las posibilidades del continente, sino también el gran camino por recorrer para otros países de la eurozona.

La mayoría de los europeos desconfían de los mercados bursátiles, no saben cómo invertir o temen perder sus ahorros. Como resultado, si bien los europeos ahorran el quince por ciento de sus ingresos familiares (más del triple de los estadounidenses), este porcentaje se deposita principalmente en productos de bajo riesgo, como cuentas de ahorro.

Entre 2015 y 2021 los hogares de la UE mantenían el 32 por ciento de sus activos financieros en efectivo y depósitos, en comparación con apenas el 13 por ciento de los hogares estadounidenses, que invierten casi la mitad de su patrimonio financiero en acciones y fondos de inversión. Algunos especialistas sostienen que las reformas de los mercados de capitales europeos tienen mayor chance de prosperar en la actualidad, porque el mundo político comienza a reconocer el daño que la fragmentación de los mercados ha causado al crecimiento económico de la eurozona.

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, calcula que hay flujos de capitales anuales de 300.000 millones de euros desde la UE hacia Estados Unidos. Mario Draghi, expresidente del BCE y primer ministro italiano, mencionaba en un informe publicado a finales de 2024 que las necesidades anuales de inversión de la UE están en el orden de los 800.000 millones de euros, de los cuales solo una parte estaría cubierta por el erario público.


Hoy solo el veinte por ciento de las reservas internacionales del mundo están invertidas en euros.


Francia es uno de los abanderados de la estandarización de las regulaciones financieras y ha encabezado un movimiento para exigir la reforma de la Autoridad Europea de Valores y Mercados (AEVM). Propone que se le otorguen poderes de supervisión directa sobre las grandes entidades transfronterizas y las principales plataformas de negociación, de forma similar a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).

De ocurrir la reforma de los mercados de capitales europeos no solamente se resolverían problemas tan importantes como el financiamiento de las innovaciones producidas en la región. También, al profundizarse estos mercados, crecería la oferta de títulos financieros de renta fija y variable que podría ocupar parte del papel estelar que hoy tienen los instrumentos denominados en dólares en las carteras de inversionistas institucionales, entre los que destacan los bancos centrales.

Hoy solo el veinte por ciento de las reservas internacionales del mundo están invertidas en euros. El espacio de crecimiento de esta moneda puede ser enorme, si se elimina el problema de la fragmentación de sus mercados de capitales.


Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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