Las «acciones meme» o cuando el cazador termina cazado

289

Los fanáticos de las acciones meme usan la estrategia de extracción corta (short squeeze) para subir el precio de una acción y obligar a los fondos de cobertura a recomprarla y asumir una pérdida. No es un acto de justicia poética ni una aberración del mercado accionario, sino un fenómeno que se complica con la entrada de nuevos actores al mundo del control empresarial.


 

En enero de 2021 un señor llamado Keith Gill, conocido en las redes sociales como Roaring Kitty, que se presenta como analista financiero e inversionista, lideró un movimiento contracultural que atacó duramente a importantes fondos de cobertura estadounidenses. Estos fondos se vieron obligados a cerrar sus posiciones cortas en GameStop, una cadena de tiendas dedicada a la venta de juegos de video, consolas y otros productos electrónicos. Los fondos habían vendido las acciones de GameStop con la expectativa de recomprarlas cuando bajasen de precio («vender en corto»), pero sucedió lo contrario: su precio aumentó.

Gill compartía sus análisis con una corte de seguidores que le mostraban su apoyo comprando acciones de GameStop. Esta empresa sufría los ataques de los fondos de cobertura que apostaban a que su estrategia comercial —tarde o temprano— la haría colapsar.

La capacidad de convocatoria de este analista, aunada a los cambios ocurridos en la banca de inversión (por primera vez en la historia permitía a pequeños inversionistas apostar masivamente en el mercado accionario), produjo una fiebre especulativa. Los fondos de cobertura, que en la cultura popular estadounidense representan la viva imagen del capitalismo salvaje, se vieron acorralados y obligados a comprar acciones de la empresa contra la cual apostaban para cerrar sus posiciones cortas. En el proceso, los fondos perdieron mucho dinero.

Gill se convirtió instantáneamente en una celebridad. Fue llevado a declarar al Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos e incluso se le abrió una investigación sobre manipulación del precio de GameStop, que finalmente fue desestimada.

Una vez finalizada la pandemia, mucha de la febril actividad bursátil se fue diluyendo, y Gill desapareció de las redes. Pero el 13 de mayo de 2024 regresó: publicó en su cuenta la imagen de un individuo (un meme) que se caía de la clásica silla de oficina, sin leyenda ni comentario alguno.

La fiebre atacó de nuevo a las acciones de GameStop —su precio se duplicó en menos de 24 horas— y se extendió a otras empresas que participaron de este fenómeno de las «acciones meme» a comienzos de 2021. Para sorpresa de muchos, en días previos al regreso de Gill, un tercio de las acciones de GameStop se habían prestado a inversionistas que jugaban en corto contra la compañía. Obviamente, estos actores han sufrido grandes pérdidas por la subida del precio de la acción.

Nadie podía sospechar que el famoso Roaring Kitty pudiera regresar. Pero había un riesgo latente de que un grupo de pequeños inversionistas, liderados por cualquiera con suficiente carisma, se organizara para volver a atacar a los fondos de cobertura, tal como ocurrió a comienzos de 2021.

Los directivos de GameStop aprovecharon este brote de popularidad de las acciones de la compañía y anunciaron una emisión de 45 millones de acciones, que les permitirá levantar cerca de mil millones de dólares. Vale la pena mencionar que los resultados de la compañía no son particularmente alentadores.

Las ventas netas del primer trimestre de GameStop estuvieron en el rango de 872 millones de dólares, una caída de al menos 27 por ciento con respecto al año anterior, inferiores a los 1.050 millones de dólares que proyectaban en promedio los analistas que siguen la acción. Se espera que las pérdidas netas oscilen entre 27 millones y 37 millones de dólares, frente a los 50,5 millones del año anterior. Los analistas habían pronosticado una pérdida de 30,6 millones de dólares.

¿Quiénes podrían estar interesados en estas acciones? Entre otros, los especuladores que aún mantienen posiciones cortas en las acciones de la empresa, cuyas pérdidas podrían reducirse gracias a esta nueva emisión. que debería empujar a la baja el precio de la acción en comparación con los precios máximos alcanzados recientemente.

Las transacciones sobre papeles de GameStop y otras empresas constituyen el grupo de «las meme», llamado así por las caricaturas que circulan por las redes sociales. Son especies de laboratorios sociales para entender los comportamientos de inversionistas institucionales (como los fondos de cobertura), inversionistas individuales (agrupados alrededor de un líder de opinión), empresas (objeto de brotes especulativos), ejecutivos (que administran esas empresas) y reguladores (que deben proteger la estabilidad del sistema financiero).

Los pequeños inversionistas que especulan con estas acciones están siendo analizados como una comunidad que funciona con reglas que trascienden el ámbito financiero. En sus interacciones influyen percepciones compartidas sobre un modelo económico que, a su juicio, los excluye y se aprovecha de ellos.

Para los políticos electos y los funcionarios encargados de la regulación financiera, estos episodios de volatilidad de precios les permiten ver fallas en los mecanismos de mercado, que atentan contra la equidad y la transparencia, que son los pilares de un sistema financiero resiliente. A los estudiosos de finanzas se les presenta la oportunidad de evaluar el impacto de las nuevas emisiones de acciones, en condiciones en las cuales una empresa como GameStop debería normalmente prepararse para acogerse a una restructuración o una bancarrota.

El caso de los fondos de cobertura es más complejo. Al fin y al cabo se crearon para sacar partido de situaciones anómalas, cuando hay claras señales de que la empresa a la cual apuestan ejecutan una estrategia errónea. Lo paradójico de esta situación es que los cambios tecnológicos han hecho posible que otros actores se les atraviesen en el camino e impidan que cobren los beneficios de identificar una empresa en problemas y actuar en consecuencia.

La llamada «extracción corta» es la estrategia seguida por los fanáticos de las acciones meme para subir el precio de una acción y obligar a los fondos de cobertura a recomprarla y asumir una pérdida. No debe verse como un acto de justicia poética ni como una aberración del funcionamiento del mercado accionario, sino como un fenómeno que se complejiza en la medida en que nuevos actores con más vigor y agendas propias entran en el complejo mundo del control empresarial.


Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

Suscríbase aquí al boletín de novedades (gratuito) de Debates IESA.