Las finanzas de «El mercader de Venecia»

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Imagen de Sierra Maciorowski en Pixabay

El mercader de Venecia, escrita por William Shakespeare entre 1596 y 1598, impresiona por la cantidad y profundidad de los temas financieros a los que se hace referencia.


En la época de Shakespeare —finales del siglo XVI— se había consolidado el mercantilismo, sistema económico que atendía en primer término al desarrollo del comercio, principalmente al de exportación. El comerciante o mercader debía especular en función de cuándo comprar y vender: tal era la base del mercantilismo.[1] La especulación introduce el riesgo y la incertidumbre en la economía.

La censura bíblica había prohibido la usura por muchos años, pero en Inglaterra se volvió una práctica legal en 1571, con un interés del diez por ciento. A pesar de su legalización, el debate en torno a la implicación ética de la usura continuó durante toda la época isabelina.[2]

Cuando Shakespeare escribió su obra, Venecia era una ciudad-estado independiente, que se había constituido en el más importante centro comercial de Europa gracias a su acceso al comercio Mediterráneo y oriental. Las leyes venecianas eran reconocidas en toda Europa; particularmente, por su postura relativamente liberal con respecto a la situación jurídica de los extranjeros en la ciudad.[3]

El capitalismo italiano —a comienzos del siglo XV— era un capitalismo comercial. Los principales centros fueron los puertos de Venecia y Génova, y las ciudades de Florencia y Milán. Venecia y otras ciudades italianas habían mantenido el comercio entre Oriente y Occidente, y el sistema bancario veneciano contribuyó a la evolución del capitalismo comercial, con la creación del cheque y las cuentas al descubierto, entre otras innovaciones financieras.

 

Un préstamo de tres mil ducados

El mercader de Venecia es una obra teatral que siempre ha planteado problemas a los estudiosos, para precisar a cuál género pertenece: comedia o tragedia.[4] La obra relata el caso de Bassanio, un joven que pertenece a la nobleza veneciana, pero es pobre y necesita tres mil ducados para cortejar a Porcia. No los tiene y su mejor amigo, Antonio (el mercader de Venecia), se ofrece para pedirle un préstamo a Shylock, un prestamista judío.

Los judíos habían sido expulsados de Inglaterra en 1290, pero Venecia disponía de leyes que protegían a los comerciantes no venecianos dispuestos a apoyar el bienestar económico de la ciudad. El papel de Shylock, como prestamista que practica la usura podía verse como algo censurable, pero necesario y exigido por la sociedad mercantil veneciana.[5]

Shylock y Antonio, que había vilipendiado e insultado a Shylock en el pasado por su condición de judío, negocian el préstamo. Antonio le dice a Shylock que es inaceptable el cobro de intereses, que los cristianos buenos nunca cobran intereses. La discusión se entabla en términos de insultos y epítetos. Era parte de la negociación: Antonio busca que Shylock le cobre intereses bajos. Shylock presume de su paciencia. Antonio tiene un problema adicional en la negociación con Shylock: Bassanio necesita cortejar a Porcia lo más pronto posible, antes de que otro pretendiente consiga su mano.

Shylock le señala a Antonio que, incluso en la Biblia, aparece el cobro de intereses (Génesis 30: 25-43). Le cuenta el pasaje de la Biblia sobre el trato de Jacob con su tío Labán. Jacob era el cuidador de las ovejas de su tío, y acordó que todos los corderos bebés con manchas que nacieran en ese campo le pertenecerían. Ocurrió que en el lapso del alquiler del terreno todas las crías salían manchadas o rayadas, por lo que todas las ovejas manchadas eran de Jacob.

Antonio le respondió a Shylock que ese pago —los corderos manchados o rayados que nacieron— no constituye en realidad un cobro de intereses. Es, más bien, una compensación por el riesgo asumido, pues nadie podía saber cuántos corderos manchados o rayados nacerían. Por lo tanto, Jacobo no cobró intereses sino que actuó como un inversionista. Antonio acusó a Shylock de usar una historia bíblica para justificar la práctica de la usura, entendida como prestar dinero y cobrar intereses. Luego de la discusión, Shylock acepta que no cobrará intereses; pero le dice a Antonio que, si no puede pagar el préstamo, tendrá que darle una libra de su cuerpo. Tal sería el colateral del préstamo.

 

Los datos del préstamo

  • Monto: 3.000 ducados, equivalentes a £375.000 actuales (Piña, 2016)
  • Plazo: 3 meses
  • Intereses: 0
  • Prestatario: Bassanio
  • Prestamista: Shylock (por la magnitud del préstamo Shylock se endeuda con su amigo Tubal)
  • Concepto: cortejar a Porcia (Bassanio debe ganar su mano y volverse un hombre rico: Porcia es su «vellocino de oro»)
  • Garantía (colateral): una libra del cuerpo de Antonio

 

Los personajes del préstamo
Nota: las imágenes de los personajes corresponden a la película The merchant of Venice (2015), cuyos protagonistas son Jeremy Irons (Antonio), Al Pacino (Shylock), Joseph Fiennes (Bassanio) y Lynn Collins (Porcia).

 

Antonio, fiador del préstamo, tiene una flota de barcos que navega por varias partes del mundo: México, Inglaterra, Trípoli (actual Libia) y las Indias (suponemos que se refiere al Caribe). Por ello, es factible deducir que cuenta con una cierta diversificación del riesgo de sus inversiones. Sería difícil, aunque no improbable, que, al mismo tiempo, todos sus barcos sufrieran los embates de las tormentas, fueran víctimas de los piratas o encallaran en las rocas. Cuando los barcos lleguen a puerto y descarguen la mercancía, habrá suficiente dinero para pagar el préstamo. Antonio le dice a Bassanio que en uno o dos meses habrá obtenido tres veces la suma del préstamo. Pero otros dos aspectos sugieren que Antonio se encuentra en una situación riesgosa:

  1. Antonio está sujeto al riesgo de pérdidas por accidente o robo, pues no cuenta con seguros.
  2. Antonio es el único inversionista de su flota de barcos, por lo que el capital de la empresa no está diversificado.

Porcia deberá casarse, por voluntad de su padre, con el pretendiente que elija de entre tres cofres (el primero es de oro, el segundo de plata y el tercero de plomo) el que contenga el retrato de ella. El préstamo es muy especulativo, por la incertidumbre con respecto a que Bassanio pueda comprometerse con Porcia. Pero Bassanio escoge el cofre de plomo, que es el correcto, y se compromete con Porcia.

A continuación llega el rumor de que los barcos de Antonio se han hundido, un hecho bastante improbable porque navegaban en cuatro mares distintos. Un caso reciente, en el cual la diversificación del riesgo no impidió que se sufrieran importantes pérdidas, fue el de la Crisis Financiera Global (entre septiembre de 2008 y febrero de 2009), cuando las bolsas de valores de casi todos los países del mundo se desplomaron en respuesta a la crisis de la deuda hipotecaria desatada en Estados Unidos y luego trasladada a otros países, especialmente de Europa. Quien estaba diversificado en acciones de diferentes países igualmente sufrió pérdidas significativas, lo cual resalta la importancia de diversificar las inversiones entre países, no solo en acciones sino también en otros títulos como bonos, que mantuvieron sus precios durante la mencionada crisis.

 

Incumplimiento y juicio

Llegó, pues, la fecha para pagarle el préstamo a Shylock y Antonio no pudo cumplir el compromiso adquirido. Además, Tubal, amigo judío de Shylock, le informó que su hija, Jessica, se escapó con un cristiano. Shylock exclama la famosa expresión My daughter, my ducats (mi hija, mis ducados).

El incumplimiento del pago le da a Shylock el derecho a reclamar la ejecución de la garantía del préstamo en las cortes de Venecia. Antonio le pide clemencia, pero Shylock exige que se cumpla el contrato. Esas son las reglas.

Antonio fue financieramente imprudente al ofrecerse como fiador del préstamo a Bassanio y ahora debe asumir las consecuencias de su ligereza. Shylock no deja lugar para el perdón o la excepción de las circunstancias («I’ll have my bond», III.iii.5, que se ha traducido como «Quiero que se cumpla el contrato» o «Quiero que se me pague lo acordado»).

A Shylock le advierten acerca de la inutilidad de obtener una libra de la carne de Antonio, que era la garantía comprometida al ofrecerse como fiador. Shylock responde que esa libra de carne servirá: «Para cebo de peces. Si no alimenta más nada, alimentará mi venganza». Ya en la corte, Shylock esgrime ante el dux (el príncipe o magistrado) de Venecia (III.iii.29-34):

EI dux tiene que cumplir la ley, porque el crédito de la República perdería mucho si no se respetasen los derechos del extranjero. Toda la riqueza, prosperidad y esplendor de esta ciudad depende de su comercio con los extranjeros.

Shylock rechaza la petición del dux de no ejecutar la garantía del préstamo, y se mantiene en su determinación de que se cumpla la entrega del colateral (la libra de carne) dado que Antonio no honró el pago de la deuda. Shylock rechaza incluso ofertas de pago monetario muy superiores a los tres mil ducados, en su compromiso inquebrantable con los términos del préstamo. La garantía le permitirá hacer lo que ha deseado desde hace mucho tiempo: eliminar a Antonio, su enemigo, y, además, hacerlo legalmente. Cortarle a alguien parte de su cuerpo va en contra de su religión. Lo sabe, pero aun así exige hacerlo.

Un préstamo como el concedido por Shylock sería considerado ilegal. Es muy importante que se puedan ejecutar las garantías, pero deben ser aceptables. Porcia, que asiste al juicio disfrazada de abogado defensor de Antonio, le da la razón a Shylock quien, por ley, puede cobrarse la libra de carne de Antonio. Porcia pronuncia un famoso discurso en el que ruega la clemencia de Shylock. Cuando Shylock se dispone a extraer una libra de carne del cuerpo de Antonio (su corazón), Porcia le aclara que solo podrá cortar una libra de carne —ni una onza más ni una onza menos— y, además, no puede derramar una gota de sangre. En vista de la situación, Shylock se ve obligado a desistir de su reclamo y el dux de Venecia decide quitarle sus riquezas: la mitad para Antonio y la otra mitad para el Estado.

 

Una lección de finanzas

El mercader de Venecia contiene múltiples referencias financieras y plantea preguntas fundamentales: ¿Cuál debe ser la tasa de interés de un préstamo? ¿Qué puede ofrecerse como garantía en un préstamo?

La obra toca, además, el tema de las estafas financieras y el tipo clásico del estafador. Como lo expresa el actor F. Murray Abraham: «Bassanio es un problema para mí. No me gusta. Y al mismo tiempo, es encantador. Es un verdadero estafador. Sabes que no es un buen tipo y, al mismo tiempo, apuestas por él porque es muy bueno en lo suyo, y es muy atractivo».[6] Bassanio exhibe algunas de las características que han mostrado los estafadores hasta hoy.


Urbi Garay, director de Investigaciones del IESA.

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Notas

[1] Piña, G. (2016). El mercader de Venecia o hablemos de amor, hablemos de dinero. Casa del Tiempo, V(27), 9-12. http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/27_abr_2016/casa_del_tiempo_eV_num_27_09_12.pdf

[2] Piña (2016).

[3] Ward, C. (2016). The value of commerce in The merchant of Venice. [Tesis de grado]. Claremont McKenna College. https://scholarship.claremont.edu/cmc_theses/1278

[4] Oliveros, A. (2017). El mercader de Venecia en default. Prodavinci. https://historico.prodavinci.com/blogs/el-mercader-de-venecia-en-default-por-alejandro-oliveros/

[5] Ward (2016).

[6] Abraham, F. M. (2018). Shakespeare uncovered: The merchant of Venice. https://www.pbs.org/wnet/shakespeare-uncovered/uncategorized/shakespeare-uncovered-series-iii-the-merchant-of-venice-with-f-murray-abraham/

Este artículo se basa en las presentaciones del autor en el seminario «Las finanzas de El mercader de Venecia», organizado por el IESA los días 23 y 25 de febrero de 2022, en el que también participó Alejandro Oliveros. El seminario contó con el auspicio del Herman Sifontes.