Estrategias activas y pasivas en el mundo de la renta fija

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Imagen: Vectorarte / Freepik

En el mercado de bonos se cotizan cerca de 6,2 millones de títulos valores de variadas características. Tal diversidad permite a sus promotores especializarse en nichos para sacar provecho de su iliquidez u otros factores. Esto explica, en parte, el mejor desempeño de los fondos de renta fija que siguen estrategias activas.


 

En la actualidad hay una amplia oferta de fondos mutuales y fondos cotizados (ETF), de renta tanto fija como variable, que siguen estrategias activas y pasivas. Una estrategia activa consiste en predecir un movimiento en un mercado financiero y obrar en consecuencia, mientras que una estrategia pasiva arma una cartera que replica el contenido de un índice, sea de acciones o de bonos.

Las estrategias activas en renta variable cuentan con grandes detractores, debido al deficiente desempeño histórico de muchos vehículos de inversión que las siguen. Ese no es el caso de las estrategias activas en el mundo de la renta fija. Según Morningstar —empresa líder en la evaluación del desempeño de vehículos de inversión de oferta pública—, en el último año dos de cada tres fondos activos superaron en rendimiento a los fondos pasivos de composición comparable.

Este desempeño aparentemente desconcertante puede explicarse por dos factores que convergen al diseñar una cartera de renta fija:

  1. Los fondos activos tienden a asumir más riesgo crediticio y adquirir títulos valores de menor duración (medida del impacto del cambio de las tasas de interés en el precio de un bono), lo que contribuye parcialmente a mejorar su rentabilidad.
  2. El mercado de bonos es mucho más complejo que el de acciones. Existen unas 55.000 compañías inscritas en los mercados accionarios en todo el mundo, mientras que en el mercado de bonos se cotizan cerca de 6,2 millones de títulos valores de variadas características.

 

La diversidad de títulos permite a los promotores de vehículos de inversión en renta fija especializarse en nichos de emisiones para sacar provecho de su iliquidez u otros factores que les permiten captar retornos adicionales.

La construcción de un índice bursátil es mucho más sencilla que la de uno de renta fija. La idea de que un índice financiero sea representativo de un mercado en particular es más difícil de instrumentalizar en el caso de los bonos que en el de las acciones.

Los índices bursátiles ponderan el peso de las compañías que los componen con base en su tamaño relativo dentro de un universo de empresas, mientras que en los índices de renta fija las ponderaciones tienden a basarse en una medida fundamentalmente diferente: el valor de la deuda en circulación de un emisor.

En el caso de las acciones, una empresa gana peso relativo en el índice por un desempeño mejor que el del resto de sus pares. En el caso de los bonos, los títulos de mayor peso en el índice lo obtienen debido a diversas razones no necesariamente económicas: cuando los emiten los gobiernos nacionales y locales, las razones suelen ser políticas y macroeconómicas; en el caso de las empresas privadas, dependen de sus estrategias de endeudamiento.

Existe la posibilidad de que empresas muy representativas de una economía nacional, pero poco endeudadas, no figuren en los índices de renta fija, mientras que los bonos del Tesoro estadounidense tienen una enorme participación en ellos.

Hay instrumentos de renta fija sin mercados secundarios profundos, como es el caso de los préstamos de empresas con garantías y las hipotecas residenciales, que no están representados en los índices de bonos. Por lo tanto, el público no puede adquirirlos a través de los fondos de renta fija que siguen estrategias pasivas, pero sí a través de los fondos de renta fija activos. Los índices de bonos de renta fija son, entonces, una aproximación al mercado global de instrumentos de renta fija, y no más que eso.

Un factor clave cuando se escogen fondos de renta fija es que la tasa de mortalidad de los fondos de inversión que siguen estrategias activas es muy alta. Muchos promotores de estos vehículos de inversión desaparecen por no cumplir los retornos ofrecidos a sus clientes o no alcanzar una masa crítica de dinero a su cargo que justifique su existencia.

Aunque las tasas de interés en los países desarrollados han ido bajando en los últimos meses, es poco probable que vuelvan a los niveles de la década anterior. Por ello, los flujos de dinero dirigidos a los vehículos de inversión de renta fija aumentarán y, con ellos, el volumen de datos que confirmarán o refutarán el desempeño superior de las estrategias activas sobre las pasivas.


Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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