Rila o la democratización de los mecanismos de cobertura

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En los últimos años han proliferado familias de productos financieros que incorporan los beneficios de la inversión en renta variable al tiempo que minimizan las pérdidas patrimoniales. Estos productos híbridos o estructurados —conocidos como Rila— ofrecen la estandarización de estrategias de cobertura de riesgo a las que siempre han tenido acceso los clientes de mayor poder adquisitivo.


 

Muchos inversionistas desean construir una cartera de inversión que produzca, al mismo tiempo, rentabilidad con mínimo riesgo. Aunque esta expectativa parezca un tanto irreal, la industria de la inversión se ha abocado durante décadas a satisfacerla.

Desde la emblemática cartera 60 por ciento acciones/40 por ciento bonos hasta la compra de productos derivados para asegurar ganancias bursátiles en mercados alcistas, todas estas estrategias buscan el mismo fin último: beneficiarse de las subidas de acciones y minimizar pérdidas de capital en mercados a la baja.


Las Rila ofrecen una estandarización de estrategias de cobertura de riesgo a las que siempre han tenido acceso los clientes de mayor poder adquisitivo.


A medida que las personas se acercan a su etapa de retiro se hace más patente la angustia de renunciar a las inversiones en renta variable para evitar potenciales pérdidas patrimoniales. Pero los episodios inflacionarios de los últimos años y las bajas tasas de interés, vigentes durante más de una década en los países desarrollados, han obligado a los inversionistas a reconocer el hecho de que aun en el retiro es difícil prescindir de un todo de la renta variable.

No es de extrañar entonces que en los últimos años en Estados Unidos hayan proliferado familias de productos financieros que incorporan los beneficios de la inversión en renta variable al tiempo que minimizan las pérdidas patrimoniales. Estos productos, conocidos como anualidades indexadas registradas (Rila, por sus siglas en inglés), alcanzaron ventas de 65.000 millones de dólares en el año 2024.

Las Rila, una de las tantas variantes de los llamados productos estructurados, debutaron en el año 2010. Las Rila ofrecen una estandarización de estrategias de cobertura de riesgo a las que siempre han tenido acceso los clientes de mayor poder adquisitivo.


Para diseñar estos productos sus emisores invierten en bonos y, simultáneamente, compran opciones vinculadas a índices bursátiles.


Como ocurre con cualquier producto estructurado, requiere entender cómo funciona y evaluar si tiene sentido incluirlo en una cartera de inversión. En el caso de las Rila, la industria ha creado al menos 250 variantes, lo que complica la decisión de quien se plantee la posibilidad de adquirir una de ellas.

Para diseñar estos productos sus emisores invierten en bonos y, simultáneamente, compran opciones vinculadas a índices bursátiles. Así crean distintas posibilidades de cobertura y ofrecen al inversionista la posibilidad de decidir el máximo de pérdida que está dispuesto a asumir cuando cae el mercado accionario, y a cuánto retorno renunciar en un mercado al alza.

Cuando los inversionistas tienen acceso directo a conocimiento sobre productos derivados, es muy probable que encuentren productos de cobertura diseñados a su medida mucho más económicos que una Rila. La gran mayoría de estos productos se adquieren sin pagar comisiones explícitas, porque el beneficio del emisor resulta de la diferencia entre el costo de la cobertura y el precio al cual se la vende al cliente, pero es muy difícil saber cuán costosa es esa cobertura.

El riesgo está en las letras pequeñas. Los inversionistas deben averiguar las posibles penalizaciones que existen por la venta de la cobertura antes del tiempo originalmente pactado, la manera de calcular los beneficios a los cuales el cliente tiene derecho y cada cuanto tiempo se revisan los montos de cobertura definidos en el contrato original.

Para quienes son contribuyentes en Estados Unidos es muy relevante el tipo de cuenta de inversión con la cual compran estos productos, debido a las penalizaciones que pueden sufrir al retirar los fondos antes de la fecha de jubilación. En el caso de inversionistas que no son residentes estadounidenses es posible que sus bancos de inversión les restrinjan el acceso a Rila.

Conocer los atributos de un producto tipo Rila, aunque no sea del interés de los inversionistas próximos a retirarse, ayuda a responder una pregunta que no es trivial: cuál es el grado de exposición tolerable al mercado accionario en esa etapa de la vida que se supone dorada, cuando hay dinero para costearla.


Carlos Jaramillo, vicepresidente ejecutivo del IESA.

Este artículo se publica en alianza con Arca Análisis Económico.

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