El principio de Peter y la formación gerencial

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El éxito suele conducir de un oficio muy especializado y técnico a otro más general, que incluye manejar personal, gestionar presupuestos, mantener relaciones personales, participar en luchas de poder o tomar decisiones estratégicas de negocios. La formación gerencial ofrecida por las escuelas de negocios equipa a los líderes con habilidades y conocimientos para asegurar su efectividad y eficiencia, y superar los efectos negativos del principio de Peter.


«Tan buen trabajador que era y tan malo que es como gerente, lo alcanzó el principio de Peter». Esta expresión puede escucharse en algunas organizaciones; algunas veces de forma apesadumbrada (por la suerte del gerente) y otras en tono satírico o de burla hacia el gerente y la jerarquía de la organización.

Formulado a finales de los años sesenta del siglo XX por Laurence Peter, el principio expresa que los trabajadores ascienden hasta alcanzar un nivel de incompetencia. En sus estudios, Peter observó que a los trabajadores se los promueve en la jerarquía organizacional por el éxito en sus puestos previos, hasta alcanzar un nivel en el cual sus competencias no son las que se requieren para puestos más elevados, con otras dinámicas, tareas y responsabilidades.

Peter usa el ejemplo de un mecánico muy competente para reparar vehículos que, debido a su buen desempeño, fue ascendido a capataz del taller. Para tal tarea se necesitaban otras competencias más allá del conocimiento de mecánica —como liderar un equipo, comunicarse con subordinados y clientes, administrar fondos, hacer presupuestos— en las cuales el mecánico no era competente.

Igual sucede con ingenieros, médicos, científicos, cocineros, vendedores y otros profesionales. En cualquier actividad, el éxito suele conducir de un oficio muy especializado y técnico a otro más general, que incluye manejar personal, gestionar presupuestos, mantener relaciones personales, participar en luchas de poder o tomar decisiones estratégicas de negocios. Estas tareas escapan del área de experiencia de muchos profesionales. Esto sucede también con algunos emprendedores, que pueden ser muy buenos para idear productos y servicios de una pequeña empresa, pero no tanto para manejar una empresa en crecimiento.

Del IESA solía decirse que «reciclaba» ingenieros —comentaba el profesor Ramón Piñango en sus clases de la Maestría de Administración— dada la gran cantidad de ingenieros entre sus alumnos, aunque en la audiencia no faltaran economistas, abogados, comunicadores sociales y egresados de otras carreras. Piñango lo decía, en parte, para aguijonear a sus estudiantes. Pero esa función de reciclaje es real, no se limita a ingenieros ni es exclusiva del IESA. Todas las escuelas de negocios ofrecen programas de posgrado y de educación ejecutiva cuyo objetivo primordial es formar para el buen desempeño en posiciones gerenciales; es decir, para superar el principio de Peter.

El IESA, como todas las escuelas de negocios —al menos las acreditadas—, proporcionan a los participantes en sus programas herramientas «duras» y «blandas» para enfrentar los múltiples retos de la gerencia. A los participantes se les amplía la visión con diversas perspectivas prácticas y teóricas actualizadas; se les abre a las funcionales críticas de un negocio (cuya comprensión es fundamental para evitar organizaciones disfuncionales y mentalidad de silo); se les expone a cientos de casos de negocios —para que desarrollen experiencia gerencial en situaciones en las que deben decidir con las herramientas de análisis formales e informales proporcionadas—; se les desarrolla capacidad de liderazgo para fomentar el trabajo en equipos de alto desempeño, con metas exigentes, e incluso privilegiar al equipo antes que el propio liderazgo.

Las escuelas de negocios ayudan a superar el principio de Peter con formación para tomar decisiones estratégicas. Tomar decisiones efectivas es esencial para el éxito en cualquier puesto de liderazgo, en cualquier nivel de la jerarquía organizacional. En las escuelas de negocios se enseña a los estudiantes a analizar situaciones complejas, evaluar posibles resultados y sus consecuencias, y a tomar decisiones, racionales o intuitivas, basadas en la mejor información disponible.

Otro aspecto importante de la formación gerencial es proveer herramientas para conocerse a sí mismo (fortalezas y debilidades), a subordinados y superiores, y el papel de cada uno en la jerarquía; para ello es clave evaluar la situación para articular un propósito profesional y saber si en realidad conviene y si se debe escalar en la jerarquía, intentar movimientos laterales o seguir otros rumbos. Para los supervisores es también clave no ascender a personas que carezcan de habilidades para desempeñarse en niveles superiores, en los que fallarán, y se pierda un buen trabajador para ganar un mal gerente; es decir, pensar en el desarrollo de carreras.

El principio de Peter puede ser un gran obstáculo para el éxito de individuos y organizaciones, pero las escuelas de negocios ofrecen soluciones con sus programas integrales de capacitación y desarrollo para gerentes. Al equipar a los futuros gerentes con las habilidades y el conocimiento que necesitan para liderar de manera efectiva, tomar decisiones informadas y estratégicas, sobre su trabajo y su vida, y navegar por las complejidades de los negocios de hoy, las escuelas de negocios ayudan a personas y organizaciones a superar el principio de Peter y lograr un éxito duradero.


Milko González-López, profesor del IESA.

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Si quiere ver a Laurence Peter explicando el principio de Peter puede hacerlo en: https://www.youtube.com/watch?v=39wzku9KIEM