Señales antisociales de un político

754
Imagen de Riki32 en Pixabay

Una revisión de las señales conductuales típicas del trastorno de personalidad antisocial puede ayudar a los ciudadanos no entrenados a identificar un fenómeno social complejo y polémico: las tendencias y comportamientos observables de algunos líderes políticos, con el propósito de entenderlas y detectar su presencia en dirigentes mundiales o nacionales.


Algunos líderes políticos despliegan conductas muy similares a las de las personas que padecen cierto tipo de trastornos de personalidad, ampliamente documentado por profesionales de la conducta. El trastorno de personalidad antisocial (TPA) es uno de ellos y es útil entenderlo, con la rigurosidad científica e intelectual debida, con el propósito de explorar si se vincula o no con conductas observables en líderes políticos tanto de grandes países (Estados Unidos, China, Rusia) como de los más pequeños (Venezuela, por ejemplo).

El término «psicópata» tiene una gran carga emocional. Es una palabra percibida con alarma, y asusta, porque está asociada con narcisismo, engaño, manipulación, violencia, ausencia de empatía y dolor. El Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM-5), de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, define la psicopatía como un trastorno de personalidad antisocial. Antisocial significa, específicamente, «desprecio y violación de los derechos de los demás», con cálculo y rigurosidad excepcional para engañar o matar.

El trastorno —entendido como afección médica— ocurre cuando la persona tiene un patrón sostenido de pensamientos, emociones y comportamientos muy diferentes —amenazante, temerario, peligroso, con un uso muy efectivo del engaño y la propensión a matar— de los comunes en el conjunto social. Un psicópata es una persona a la que hay que temer, y con razón, porque actúa con una inteligencia superior para ocultar, causar dolor y hasta matar.

Un líder político es una persona con liderazgo, seguidores y un alto impacto público; es decir, es una persona con poder; y con poder significa con capacidad efectiva, real, de convencer, influir y hacer que otros crean y actúen como ella desee. Esto no significa necesariamente una tendencia inevitable a engañar, ocultar, manipular, infligir dolor y matar, aunque ha habido históricamente casos de dirigentes políticos involucrados en conductas de ese tipo.

Un político con tendencia al TPA es una persona que podría hacer mucho daño, porque tiene poder para poner en acción rasgos tales como mesianismo, narcisismo, histrionismo y exageración interesada, con el propósito de «asesinar el raciocinio» y la conciencia de los seguidores. Es capaz de ocultar sus verdaderas intenciones y podría llegar al asesinato de personas, de manera directa o indirecta, sin el menor sentimiento de vergüenza y responsabilidad personal, e incluso disfrutar de haber liquidado a un «obstáculo» político y ocultarlo hasta que es descubierto, si es que es descubierto.

La Asociación Estadounidense de Psiquiatría describió las señales conductuales típicas del TPA que, además de facilitar el trabajo de los expertos, pueden ayudar a los ciudadanos no entrenados a identificar un fenómeno social complejo y polémico; en este caso, relacionando esas señales con las conductas observables de algunos líderes políticos, con el propósito de entenderlas y detectar su presencia en dirigentes mundiales o nacionales.

  1. Comportamiento socialmente irresponsable: ausencia de interés en servir a la sociedad y ocuparse de la solución de ingentes y evidentes problemas sociales. Esta tendencia incluye «explicar» la propia negligencia para atender asuntos de su total competencia, habiendo tenido los recursos para hacerlo, y pretender engañar a los poderdantes (ciudadanos), tratando de convencerlos de lo que no se es.
  2. Agresividad social: ignorar o violar los derechos de los demás, que puede llegar a ocasionar la muerte de personas (falta de empatía, narcisismo).
  3. Inmoralidad: incapacidad para distinguir lo correcto de lo incorrecto, en el intento de amparar a los allegados al poder, proteger la corrupción en el poder, ocultar negociados privados derivados del poder, ocultar relaciones con el narcotráfico, hacer ofertas engañosas para «ganar» el favor de la opinión pública.
  4. Conducta acrítica: dificultad para mostrar remordimiento, empatía, o pedir disculpas públicas. Incluye recurrente búsqueda de culpables externos de la propia incompetencia.
  5. Tendencia a mentir con frecuencia: decir o prometer, una y otra vez, cosas que no se cumplen; o decir que se cumplieron sin haberlo hecho. Esta persona miente descaradamente en ruedas de prensa o alocuciones, suponiendo que quienes escuchan le creerán.
  6. Manipular o lastimar a otros: usar lenguaje ofensivo, descalificador y agresivo ante la crítica o algún argumento en contra. Suele referirse a los otros como «enemigos», con un tono usualmente de amenaza a su humanidad.
  7. Problemas recurrentes con la ley: suele estar involucrado en investigaciones judiciales como resultado de su gestión; es señalado, proscrito o condenado por su conducta —pasada o presente— opuesta a la ley.
  8. Indiferencia general hacia la responsabilidad personal: usar una conducta histriónica y narcisista de manera recurrente para evadir, confundir, disimular, o justificar la propia responsabilidad personal en los hechos.
  9. Tendencia al mesianismo: uso recurrente e insistente de la propia presencia física y la del partido o corriente política, como condición indispensable de existencia de la libertad, la democracia, la independencia, el bienestar y la preservación de la patria.

 

La política no es el arte del engaño y la manipulación, ni todos los políticos manifiestan tendencias psicopáticas del tipo TPA. Pero es recomendable hacerse preguntas acerca de las conductas de cierto tipo de dirigentes políticos, que pueden calificarse de «señales antisociales de un político». Hay que insistir en la total responsabilidad personal de los poderdantes de informarse lo mejor posible sobre la personalidad antisocial y observar cuidadosamente lo que dicen y hacen aquellos por quienes votaron o votarán, para detectar a tiempo la presencia de un dirigente político con algún posible trastorno.


Alfredo C. Ángel, coach internacional certificado.