Fondos de renta fija: ¿héroes de la pandemia?

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Fotografía: Stockvault.

Los fondos negociados en bolsa (EFT) tienen sus grandes fanáticos, y también enemigos que les atribuyen las causas de distorsiones en los mercados financieros. Pero los ETF de renta fija desempeñan un papel clave en los mercados financieros, a partir de la crisis de liquidez creada por la COVID-19.

Carlos Jaramillo / 30 de abril de 2020


 

Los fondos negociados en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) son carteras de títulos valores, materias primas, índices bursátiles y tasas de interés. Aparecieron por primera vez en Canadá en 1976 y se han convertido en elementos principales de los mercados financieros contemporáneos. Muchos les adversan, pues alegan que causan distorsiones en los mercados financieros. Sin embargo, estos instrumentos han permitido a pequeños inversionistas acceder a estrategias de inversión avanzadas con mínima inversión, y a inversionistas institucionales asumir posiciones frente a una tendencia económica mediante la compra de bloques de títulos valores sin pasar por el engorroso proceso de adquirir cada instrumento por separado.

Los críticos de los ETF sostienen que la concentración de títulos valores en manos de las empresas administradoras puede afectar el ejercicio del gobierno en las empresas. A los fondos que replican índices financieros les atribuyen la creación de burbujas de precios alrededor de los títulos incluidos en tales índices, y un impulso a la demanda sobre estos títulos desconectada de las realidades económicas de las empresas que los emiten.

Los críticos de los ETF preocupados por la revelación de precios vía transacciones, y por la liquidez de las mercados secundarios de títulos valores, han advertido con frecuencia que el «efecto maligno» de estos instrumentos se manifestaría claramente en la siguiente crisis financiera. Como la disrupción económica de la pandemia es lo más parecido a la «Próxima Gran Crisis», anunciada una y otra vez en años recientes, especie de Armagedón en el cual rendiríamos cuentas de pecados capitales y ambientales, es tentador preguntar: ¿qué ha pasado con el desempeño de los ETF en este contexto?

En el caso de los ETF que manejan carteras de bonos, que totalizan cerca de un billón de dólares, los problemas de liquidez son particularmente graves. Robin Wigglesworth, columnista del Financial Times, mencionó recientemente que para finales de 2018 se registraron 21.175 emisiones de bonos en Estados Unidos, y de estas solo 246 transaban en los mercados secundarios al menos una vez al día.

En marzo de 2020, al comienzo de la pandemia, los inversionistas desesperados por acumular efectivo para cubrir pérdidas en los mercados financieros, o para cumplir otros compromisos comerciales, comenzaron a vender ETF masivamente. Ocurrió un fenómeno impactante: el valor de la cartera reflejado en la cotización bursátil era inferior al calculado por la suma de los títulos que la componían, lo que se conoce en el argot financiero como «valor neto del activo» (NAV).

Dado el bajo volumen de transacciones en el mercado secundario de bonos, era esperable esa discrepancia entre el valor de mercado y el NAV. Los bonos que no se transan entran al cálculo del NAV con un precio rezagado que, en principio, debe ser superior al que corresponde realmente a un mercado en caída libre. Quienes vendieron sus ETF asumieron sus pérdidas, pero los accionistas que no vendieron se quedaron, en principio, apostando a una recuperación del mercado de bonos.

La existencia de ETF de renta fija ha permitido crear un mecanismo para evitar las ventas masivas de bonos

¿Qué habría ocurrido si un inversionista, en lugar de comprar un ETF, hubiese comprado un fondo mutual de bonos con similar estrategia de inversión? Al producirse redenciones de participaciones en el fondo mutual, el administrador del fondo tiene que vender algunos bonos para obtener efectivo, y no vende proporcionalmente todos títulos que componen la cartera sino los más líquidos, dada la urgencia de pagar a quienes se retiran.

¿Cómo quedan los inversionistas que no venden sus participaciones en el fondo mutual? Quedan con los papeles que se transan con más dificultad y, si necesitan venderlos, tendrán que hacerlo con un mayor descuento. Si el pánico cunde, el administrador del fondo sufre una corrida que, en muchos casos, se frena con la suspensión temporal de las operaciones de venta, como ha sucedido recientemente en Dinamarca y Suecia en el segmento de bonos basura.

La existencia de ETF de renta fija ha permitido crear un mecanismo para evitar las ventas masivas de bonos que habrían sucedido si todos los inversionistas en renta fija hubiesen contado solamente con fondos mutuales para invertir en esa familia de activos financieros.

En las semanas anteriores la Reserva Federal creó el Mecanismo de Crédito Corporativo para el Mercado Secundario (SMCCF, por sus siglas en inglés), un programa de compra en el mercado secundario de bonos corporativos y ETF de renta fija. La existencia de los ETF de renta fija hizo posible la creación de un canal adicional para que la FED pudiese intervenir en la estabilización de los precios de los mercados financieros secundarios.

El uso de los ETF de renta fija —como dique de contención de la destrucción causada por la venta masiva de títulos valores— es un atributo que deberá ser estudiado en detalle e incorporado al debate sobre el papel de estos vehículos de inversión en el ecosistema de los mercados financieros.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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