Fragilidades, propensiones y estrategias pasivas

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Fotografía: Pexels.

Cuando los mercados financieros envejecen, se necesitan paciencia, resiliencia, activos con mejor calidad y adecuada liquidez. Además, por supuesto, hacen falta gerentes de inversiones que sepan navegar en medio de la turbulencia.

Carlos Jaramillo / 29 de noviembre de 2018


 

Mohamed El-Erian, uno de los grandes formadores de opinión en el mundo de los inversionistas institucionales, discutía la semana pasada en su columna del Financial Times tres factores clave en tiempos de volatilidad de precios de los instrumentos financieros, como los vividos en octubre y noviembre del presente año. Tales factores son: fragilidades técnicas, propensiones conductuales y estrategias pasivas.

En la última década los bancos centrales de Estados Unidos, Inglaterra, Japón y la Eurozona inyectaron enormes volúmenes de liquidez a tasas muy bajas para contrarrestar el impacto de la crisis financiera. Tal volumen de recursos se canalizó, en buena medida, hacia los mercados financieros e incrementó los precios de acciones, bonos y materias primas.

Se esperaba que cuando estos bancos centrales comenzaran a recoger esa liquidez —que motorizó el crecimiento de las economías desarrolladas durante los últimos años—, los gobiernos nacionales adoptarían el papel de propulsores del crecimiento mediante reformas estructurales y políticas fiscales. Por diversas razones, tal actuación no ocurrió y ahora, en un contexto de lento crecimiento, los inversionistas institucionales deben lidiar con el retiro de los fondos baratos.

Al aumentar el costo del dinero los inversionistas se ven obligados a liquidar posiciones en sectores donde están sobreexpuestos: son las llamadas fragilidades técnicas. Se calcula que el valor del mercado accionario estadounidense está en el orden de 24,5 billones de dólares, de los cuales once billones están en manos de fondos mutuales y tres en las de fondos de cobertura, que deben revisar sus carteras para minimizar pérdidas.

Estos procesos de venta de títulos financieros —en períodos cortos y en contextos de poca liquidez— afectan las percepciones de los inversionistas, que son propensos a adoptar comportamientos de «manada»: se unen a los grupos que venden, porque otros lo hacen, como las cebras en las sabanas africanas, que corren porque otras lo hacen. Estas son las propensiones conductuales.

El fenómeno de las estrategias pasivas masificadas es relativamente reciente. No habido oportunidad de ver cómo se comportan los mercados financieros a la baja cuando una porción importante de los inversionistas está comprometida con tales estrategias. En mercados alcistas, tener una cartera de activos que reproduce un índice financiero es una apuesta barata al éxito. Pero en mercados a la baja se necesita la habilidad de un gerente profesional para lidiar con las turbulencias.

Las estrategias pasivas han surgido por la dificultad para identificar, a priori, gerentes profesionales exitosos en mercados turbulentos. Mucha gente se pregunta: ¿por qué pagar por una habilidad que nadie sabe si la tiene un inversionista profesional? Luego de nueve años y ocho meses de un mercado accionario estadounidense en alza, la convicción acerca de la pertinencia de las estrategias pasivas se ha reafirmado.

Ahora, cuando el mercado alcista envejece y como todos en algún momento morirá, se necesita algo más que lo ofrecido por las estrategias pasivas. Según Mohamed El- Erian, se necesitan paciencia, resiliencia, activos con mejor calidad y adecuada liquidez. Además, por supuesto, hacen falta gerentes de inversiones que sepan navegar en medio de la turbulencia. Nada fácil.


Carlos Jaramillo, profesor del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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