«La peligrosa adicción al petróleo»

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Fotografía: Pixabay.

Aramco, la empresa petrolera nacional de Arabia Saudí, empezará a formar parte del grupo de las multinacionales petroleras, con inversiones en Australia, Rusia y Estados Unidos. Sin embargo, sería ingenuo pensar que las multinacionales petroleras se quedarán pasivas viendo cómo este actor pretende competir en lo que ellas consideran sus mercados naturales.

Carlos Jaramillo / 21 de febrero de 2019


 

La frase «La peligrosa adicción al petróleo» fue acuñada por Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí, para enfatizar una de las columnas de su plan estratégico que apunta a diversificar la economía de su país para el año 2030.

El proceso de diversificación se refiere no solo a promover negocios distintos al petrolero sino también a repensar la industria petrolera, al menos como los saudíes la han concebido hasta ahora. En tal sentido fueron muy reveladoras las declaraciones del ministro de energía Khalid Al-Falih, quien afirmó la semana pasada que Aramco, la empresa petrolera nacional, empezará a formar parte del grupo de las multinacionales petroleras que hacen inversiones globalmente.

Expandir el alcance de la compañía en las áreas de exploración y producción de petróleo y gas natural en otros países —en particular en el caso del gas, cuya tasa de crecimiento de demanda ha sido superior a la del petróleo en los últimos años— da algunas pistas de hacia dónde soplan los vientos en esta industria. La nueva cartera de negocios incluye campos petroleros en Australia, participaciones en el negocio del gas licuado ruso y asociaciones con compañías estadounidenses que empiezan a explorar las posibilidades de exportar crudo desde su país.

Es claro para los especialistas del sector que Aramco necesita hacerse más atractiva para los inversionistas internacionales, si mantiene la meta de colocar en bolsa el cinco por ciento de su patrimonio por valor de cien millardos de dólares. Ello requiere alcanzar una valoración patrimonial de dos billones de dólares; monto que la empresa no vale, con su cartera actual de inversiones.

El significado de las declaraciones del ministro Al-Falih se aclara al revisar las principales conclusiones del informe «Annual Energy Outlook 2019», de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, en inglés), según el cual:

  • Estados Unidos será un exportador neto de energía en 2020, gracias al aumento de la producción de crudo, gas natural y gas líquido acompañado de un lento crecimiento del consumo interno de energía.
  • El crecimiento de la producción de gas natural y líquido es el mayor de la familia de los combustibles fósiles.
  • El precio del gas natural se mantendrá bajo en los próximos años, lo que potenciará su consumo.
  • La generación de electricidad con gas natural desplazará a la producida por carbón y energía nuclear.
  • El uso más eficiente de la energía por los usuarios finales permite suponer que el consumo de energía en Estados Unidos no crecerá en los próximos años, aun en escenarios donde la expansión de la economía estadounidense se mantiene.

La propuesta de Aramco es una estrategia inteligente ante la nueva realidad energética. Sin embargo, sería ingenuo pensar que las multinacionales petroleras se quedarán pasivas viendo cómo este actor pretende competir en lo que ellas consideran sus mercados naturales. En la medida en que la OPEP pierda poder de negociación, debido al incremento de la oferta de los países que no pertenecen a esa organización, aumentará el cabildeo en Estados Unidos de los enemigos de la OPEP, que quieren acabar con ella; en particular ahora, cuando la contienda presidencial 2020 acaba extraoficialmente de empezar.


Carlos Jaramillo, profesor del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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