Para los recién llegados

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Fotografía: Pixabay.

La lectura entre líneas de lo que quiere decir la Reserva Federal de Estados Unidos es un arte, más que una ciencia.

Carlos Jaramillo / 4 de octubre de 2018


Una de las innovaciones que promovió Ben Bernanke durante su gestión como presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED, en inglés) fue el «preanuncio monetario»: informar anticipadamente al mercado financiero sobre posibles actuaciones, si las tasas de inflación y desempleo se desempeñan como espera la FED. Tradicionalmente, la FED evitaba ser explícita en sus planes: se suponía que si el mercado financiero conocía «su juego» actuaría en dirección opuesta, lo que obstaculizaría y encarecería la ejecución de sus acciones.

Bernanke pensaba que esa especie de póker entre regulador y regulados sembraba incertidumbre entre los actores económicos y creaba una volatilidad excesiva de las tasas de interés y de cambio, entre otras variables económicas. Estos efectos dificultaban la solución de la crisis financiera de la década pasada.

Los preanuncios no implican certeza absoluta sobre las acciones comunicadas: si bien hay una intención de actuación, la FED se reserva la posibilidad de cambiar de opinión si los datos económicos lo sugieren. Por ejemplo, la FED quiere aumentar la tasa interbancaria al menos un par de veces durante 2019 (una acción que ha anunciado desde hace mucho tiempo). Los actores económicos suponen que el costo del dinero subirá y sobre esa premisa definen las políticas de endeudamiento de sus empresas, los planes de reparto de dividendos y hasta las inversiones en activos fijos.

Si la economía estadounidense evoluciona como espera la FED no habría razón para cambiar la intención de aumentar la tasa interbancaria, y los actores económicos emprenderían acciones cónsonas con el futuro vislumbrado. Pero si la economía evoluciona en otra dirección, la FED no cumplirá lo anunciado y no se sentirá comprometida por sus anuncios previos. Este comentario cumple el propósito de familiarizar a quienes comienzan a seguir los resultados de las reuniones del Comité de Operaciones de Mercado de la FED (FOMC, en inglés) con la dinámica de este juego.

Lo importante no es el anuncio del pasado 25 de septiembre del alza de las tasas en 25 puntos básicos; los preanuncios lo habían anticipado. Lo importante es inferir de la minuta de la reunión del FOMC (que se publica siempre dos semanas después), si sus miembros piensan que los datos disponibles sugieren que el curso de acción se mantendrá o no en el futuro cercano (no más de tres años).

John Authers, que hasta finales de septiembre fue el editor asociado del Financial Times, sugiere que una manera de entender la importancia de los anuncios de las reuniones del FOMC es preguntarse si es posible hacer anuncios totalmente opuestos a los publicados. Cuando no es posible, lo comunicado es irrelevante.

Jerome Powell, presidente de la FED, declaró al salir del FOMC que el comité no haría caso a las quejas del presidente Trump sobre el aumento de las tasas de redescuento. Para Authers, si Powell hubiese declarado lo contrario, el mercado de bonos se habría estremecido. Como Powell jamás diría en público que la FED se somete a la agenda de Trump, su declaración no aportó mayor información.

La lectura entre líneas de lo que quiere decir la FED es más un arte que una ciencia, pese a los esfuerzos comunicacionales detrás de la implantación de los preanuncios. Los recién llegados al seguimiento de las políticas de la FED no deben preocuparse: el FOMC se reúne diez veces al año. Sobran oportunidades para ejercer el arte de la interpretación.


Carlos Jaramillo, profesor del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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