Lecciones tempranas de la guerra en Ucrania

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Fotografía de Artem Kniaz / Unsplash

Entre las consecuencias de la reciente invasión rusa a Ucrania se destaca el comienzo del fin de los arreglos comerciales promovidos por la globalización y la consolidación de un sistema financiero alterno al creado por las economías occidentales, diseñado para responder a las necesidades de los bloques políticos que aspiran a controlar grandes regiones del planeta.


Es un poco prematuro tratar de sacar esas conclusiones dramáticas a las que son tan afectos los periodistas del área financiera, donde cada acontecimiento importante se describe como el comienzo de una nueva era o el Ragnarök de la mitología nórdica. Sin embargo, en este caso es muy tentador señalar cómo algunas tendencias deberían acelerarse como resultado del conflicto ruso-ucraniano: el comienzo del fin del entramado de arreglos comerciales promovidos por la globalización y la consolidación de un sistema financiero alterno al creado por las economías occidentales, diseñado para responder a las necesidades de los bloques políticos que aspiran a controlar grandes regiones del planeta.

Si algo tienen muy claro Rusia y China es que la exposición a las economías occidentales no solo les abre un enorme mercado para vender sus bienes y servicios, sino también les descubre su talón de Aquiles. La importancia del dólar como principal moneda de intercambio comercial les obliga a ser miembros de la SWIFT (Sociedad para la Comunicaciones Interbancaria y Financieras Mundiales) y la pertenencia a esta plataforma hace posible controlar sus flujos de dinero.

Para reducir tal vulnerabilidad es necesario crear un circuito de relaciones político-comerciales en el que las economías occidentales tengan mínima presencia. Ello requiere que los miembros de ese circuito tengan confianza los unos en los otros.

La reconfiguración de bloques políticos no ocurre de la noche a la mañana. Hay que desarrollar paralelamente nuevas redes de negocios mientras se desmantelan las existentes, y, además, construir las relaciones entre las élites de los países miembros del bloque que generan confianza.

El conjunto de valores que sustentan la relación entre Europa y Estados Unidos está contenido en el constructo conocido como democracia liberal, que garantiza un balance de poder entre los distintos grupos de intereses y el respeto a derechos mínimos como la propiedad y el libre comercio. Una red como SWIFT, que mueve diariamente 490.000 millones de dólares, existe porque los agentes económicos creen en los acuerdos básicos que la sostienen y garantizan sus derechos de propiedad.

Los chinos han entendido muy bien que no pueden liderar un bloque de poder sin una plataforma que cumpla propósitos similares a la SWIFT, por la que pasen las transacciones financieras entre el gigante asiático y sus satélites. Por ello en 2015 crearon el CIPS (Sistema de Pagos Interbancario Internacional), que mueve diariamente cerca de 50.000 millones de dólares, que será el gran beneficiario de la guerra entre Rusia y Ucrania, pues comenzará a recibir los flujos financieros de todos aquellos que temen a las sanciones occidentales.

El proyecto de «la nueva ruta de la seda», como se conoce el puente terrestre euroasiático, los pasos dados para transformar al renminbi en moneda de reserva internacional y la incursión de los bancos chinos en el préstamo directo a países del tercer mundo, son tres ejemplos de iniciativas orientadas a crear el entramado de relaciones que dan base a un sistema financiero independiente del sustentado por la dupla Europa-Estados Unidos.

La construcción de la relación de confianza entre China, sus aliados y sus satélites es un tema mucho más complejo que el de construir regiones integradas de negocios. Se intuye que asuntos como la no intromisión en las políticas internas de los países miembros del bloque, entre las que se encuentran los derechos humanos o las reivindicaciones exigidas por minorías nacionales, estarán fuera de discusión.

¿Qué tienen en común las élites chinas, rusas o afganas, aparte de la intención de perpetuarse en el poder? Este es un asunto para politólogos y sociólogos. De momento, puede esperarse que un bloque liderado por China se apoyará en las capacidades de inversión y ahorro de sus actores nacionales y de los inversionistas privados de alto riesgo del bloque occidental. Los temas de gobierno y rendición de cuentas de las empresas de oferta pública de esa región del mundo forzosamente mejorarán para garantizar la llegada de capitales y la solvencia del sistema. Muchas economías de escala de la globalización se perderán y el famoso dentista belga de los textos, que compra acciones y bonos de los países emergentes para mejorar su relación riesgo-retorno, tendrá que dejar su dinero en el mundo de las democracias liberales.


Carlos Jaramillo, director académico del IESA.

Este artículo ha sido publicado en alianza con Arca Análisis Económico.

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